Marte

Soldado de Ucrania. Foto: Alexis84

Ni asombro ni condena. Las élites dominantes -financieras, comerciales, industriales, medios de comunicación, el hecho que la ganadora de las elecciones en Italia haya dicho que Mussolini sea de su agrado y admiración, ahora que la democracia les ha permitido acceder al poder. Tampoco el lenguaje bélico. La guerra en Eurasia adquiere rasgos no vista desde la crisis de los misiles en Cuba. El uso recurrente de las opciones nucleares demuestra que la guerra fría ni se disipó ni desapareció. Predomina un lenguaje guerrero sobre el diplomático. La voz de Marte arrastra una OTAN hambrienta, intensifica la “paz armada” como la denominó el historiador D. H. Carr al periodo posterior a la primera guerra mundial. Si el presidente Putin ha llamado a la movilización de las reservas, es porque sabe, de acuerdo a la lección que le enseña la historia, Rusia se prepara para una guerra, frente a la alianza militar más grande nunca creada, precisamente para hacer frente a la antigua URSS en una hipotética invasión a Europa occidental: la Organización del Tratado del Atlántico Norte, cuyas movilizaciones apuntan a no sólo a disuadir a Rusia, sino también a China, como se evidenció en su cumbre en España. Se trata entonces de dos posibles frentes bélicos, a los que el Pentágono estaría dispuesto a enfrentar.

Por donde se vea, el territorio ruso ha sido desde la invasión a Ucrania, cercado por Estados Unidos y sus aliados rémoras de su ajedrez estratégico. La última controversia ha sido dirigida hacia la utilización de armamento nuclear: “Si Rusia cruza esta línea, habrá consecuencias catastróficas para Rusia. Estados Unidos responderá de manera decisiva», dijo el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan a la cadena CNN, en una reacción provocada por las declaraciones defensivas de Putin en el sentido de tener todo el sistema de armamentos disponibles si consideraba que el territorio ruso estuviera amenazado. De acuerdo con esta fuente, en los canales privados de comunicación entre los dos países, Estados habría advertido de forma más dura a Rusia.

Otra respuesta de un lenguaje guerrero fue atribuido al presidente Xi Jinping a sus militares en 2020: “prepárense para la guerra”, les dijo, y, al parecer, desde ese año la potencia asiática se encuentra en “estado de alerta máxima”. Estos rasgos parecieran indicar, como arriba he escrito, que Estados Unidos estría dispuesto a llevar a cabo acciones militares contra Rusia y China, las dos potencias que le disputan su hegemonía. Asimismo, las advertencias de la estrategia disuasiva estaban presente en el exsecretario de la defensa de Estados Unidos Mark Esper, cuando dijo en octubre de 2020 que China y Rusia estaban cambiando el equilibrio de poder a su favor y anunciaba el plan Battle Force 2045 del Pentágono, el cual otorga un favorecimiento a la Marina de su país, en lo que podría ser una confrontación naval con China, presumiblemente por Taiwán.

Recientemente el canal alemán NDR divulgó que 4000 soldados norteamericanos, helicópteros infantería, médicos y estrategas, iban camino hacia el Este. Al pasar por la isla danesa Bornholm “su sistema de identificación automático naval se desconectó, y de esta forma no fueron detectados.” Razones empiezan a sobrar para que el Estado Mayor ruso pase a la defensiva. Parte de su estrategia ha sido -como en la segunda guerra mundial (el pacto de paz Riventrop-Molotov violado después por Hitler)-, ganar tiempo.

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