Sería fácil tratar de olvidar, empezar de cero, seguir caminando negando el pasado, aún cuando sigan pesando las consecuencias de los agravios. Sin embargo, inevitablemente, cuando se pasa por alto una violación a los derechos, sobre todo a los derechos de la sociedad, lo que viene es la impunidad, y la repetición de hechos.
Como la antítesis del colectivo social que se mueve sin rostro, y se encuentra en acciones de protesta a favor de la libertad de expresión, surge en Chiapas un anonymous gubernamental; quien para someter la libre manifestación de las ideas, se intenta escudar en la figura del “anonimato”, pero de tan identificable que es, resulta grotesco. El anonymous gubernamental se olvida que en la era del internet toda acción deja un rastro, y que como en la película de James Mc Teigue, al final la vida pone a cada quien en su lugar.
“’Mi ciclo en la vida de la política ha terminado, no aspiro a nada’, dijo, y salió del recinto donde entró seis años antes”. Así recogió un medio de comunicación estatal la imagen de la palabra no cumplida por Pablo Salazar, un domingo 03 de diciembre de 2006.
Sistemas de educación, salud y desarrollo autónomos, sistemas de justicia autónoma y gobiernos autónomos, caminan en Chiapas como un Estado paralelo. Los zapatistas decidieron hacer a un lado a un Estado que no les sirve. El proceso que instrumento el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) opera desde hace más de una década, sin embargo la difusión que inició el grupo insurgente sobre los detalles de esta realidad, logra poner un nuevo componente a su favor.