De Madres y Madrecitas
Tenemos madre para todo, para dar, prestar y hasta regalar; como en aquella expresión que leí hace tiempo detrás de un autobús: “en asunto de mentadas uso madre prestada”. Es decir, para designar lo que queremos.
Tenemos madre para todo, para dar, prestar y hasta regalar; como en aquella expresión que leí hace tiempo detrás de un autobús: “en asunto de mentadas uso madre prestada”. Es decir, para designar lo que queremos.
El silencio debe escribirse sin palabras acompañantes. A veces sucede que las acompañantes son muy ruidosas y esto altera el sentido nato de la palabra. ¿Hacemos silencio o guardamos silencio? ¿En dónde se encuentra el silencio? ¿Está en el fondo de un pozo o está en la altura de un bosque?
Miles de niños y niñas de comunidades rurales dependen de los programas gubernamentales y ello los convierte en rehenes de la calidad de las acciones de los programas y eso si estas llega hasta ellos.
Los japoneses que llegaron a Chiapas y fueron cobijados en la costa, en Acacoyagua, aún viven agradecidos, por eso hay muestras de agradecimiento constante; así, la ayuda desinteresada de este mexicano-japonés se constata desde hace años en los apoyos otorgados a la educación hacia esa localidad chiapaneca.
Chéjov: “Nos hemos acostumbrado a vivir con las esperanzas puestas en el buen tiempo, en la cosecha, en una buena aventura amorosa, con la esperanza de hacernos ricos o de que nos den el cargo de policía, pero las esperanzas de ser más inteligente yo no las noto en la gente”.
En los últimos años, se han logrado importantes avances, en la garantía de sus derechos en el país. Sin embargo se requiere continuar con los esfuerzos interinstitucionales y exista una buena articulación entre ellas para el pleno respeto a los derechos de niños, niñas y adolescentes migrantes.
Convoca a todos los ciudadanos y a las organizaciones sociales que desde hace años trabajan desde lo local, estatal y nacional en hacer frente a la pobreza y la desigualdad desde diferentes trincheras, a generar una agenda común para constituirse como un contrapeso que empodere a los ciudadanos.
“Tantear” llaman las cocineras al acto de definir las cantidades de condimentos, propias de nuestros platillos: sal, azúcar, aceite, vinagre, comino, tomillo, achiote, picante, etcétera. Por ello son usuales las palabras “al tanteo” (al gusto propio), “tanteado” (poco), “tanteadito” (un tanto menos que poco) y “tanteadón” (cantidad intermedia entre tanteado y tanteadito). Aunque en ocasiones la instrucción que se escucha en las cocinas es: “Si, sí, mi niña. Tanteadito pero sin pasarse”.
El maestro Juan tiene una libreta llena de pretextos que los alumnos dicen cuando llegan tarde o no llegan. De este muestrario, dos han llamado mi atención. Uno le sucedió al maestro Juan. El maestro le preguntó a Alicia por qué no había llegado el día anterior, Alicia, la niña de diez años dijo: