Estudiantes crean chamarra que produciría descargas eléctricas a acosadores

Chamarra autodefensa
Foto: Conacyt Agencia Informativa

Estudiantes de mecatrónica y robótica del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), campus Puebla, desarrollaron un prototipo de autodefensa para mujeres, a través de una prenda de vestir que integra un sistema que se activa manualmente y emite una descarga eléctrica al ser tocada por un posible agresor, publica Conacyt agencia informativa.

El proyecto consiste en un chamarra con un circuito cerrado por dentro del forro, el cual tiene dos electrodo que al tocarse, después de ser activada, hace que se produzca una descara eléctrica al contacto al exterior de la prenda, indica la nota hecha por Dalia Patiño.

La chamarra provocaría unos segundos de descontrol por parte del posible agresor, que permitirían a la usuaria solicitar auxilio o correr.

Las y el estudiante Anahí Parra Quiroz, de ingeniería en mecatrónica, Giwan Park, de ingeniería en sistemas digitales y robótica, Estela Gómez, de mecatrónica, y Guadalupe Martínez, de derecho, en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt , aseguraron que el prototipo que realizaron no es un arma o herramienta para dañar a la gente, simplemente buscaron crear una prenda para brindar seguridad a las mujeres.

Parra Quiroz indica que la idea de la chamarra surge a partir de diferentes historias de amigas o conocidas que han sido víctimas de alguna agresión. Tras investigar sobre el feminicidio y la violencia de género, surgió la idea y posteriormente se dio forma.

Park detalla que la chamarra cuenta con una pila de nueve volts y un transformador para convertir la descarga en 90 volts. Agrega “es así como el agresor al tocar a la víctima, específicamente, en los brazos, siente un impacto (…) Si es el sujeto no es muy tolerante, el efecto puede durar casi un minuto, lo que puede servir para que se desiste del ataque o la victima pueda escapar”.

En Chiapas, el acoso sexual callejero ya está tipificado por lo que el agresor podría llegar a penas de un año a cuatro años de prisión y de cien a trescientos días de multa. La tipificación del acoso sexual tiene sus antecedentes desde el año 2014 cuando diversas Organizaciones Defensoras de los Derechos de las Mujeres, Activistas, Colectivas Feministas, entre otras decidieron alzar la voz contra la violencia naturalizada en los espacios públicos.

 

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