
Pablo Salazar, en «el territorio del no poder»
Ególatra, inteligente, rencoroso, encantador. Tuvo en sus manos el futuro de Chiapas, pero decidió tirarlo al precipicio. En su sexenio, su figura creció sin contrapesos. Empequeñeció a sus colaboradores; los minimizó. Sus alianzas los estableció en las fronteras, no en su estado natal. No sembró para el futuro, aunque confiaba en él. Cuando llegó el tiempo de la sucesión, ninguno de su equipo podía contender con ventaja en la elección para gobernador. Se inclinó por su amigo, el más leal pero el menos inteligente, el de menor tacto político, pero el más servicial: Rubén Velázquez. Desde la sombra, emergió la […]