
Estado de México: los de abajo contra los de arriba
No ganó nada la ciudadanía, pero la indignación sigue creciendo. De sumar fuerzas depende que el 2018 sea diferente y desde abajo.
No ganó nada la ciudadanía, pero la indignación sigue creciendo. De sumar fuerzas depende que el 2018 sea diferente y desde abajo.
No puede negarse, que detrás de las elecciones del Estado de México está en juego el destino político del PRI y del Presidente Enrique Peña Nieto. Incluso es obvio que también en estas elecciones está en juego buena parte del destino político de Andrés Manuel López.
En Chiapas, debido a la falta de identidad política de clase gobernante; el hipotético triunfo de la candidata de MORENA, Delfina en el Estado de México solo nos traerá un efecto directo e inmediato: una desbandada impresionante de la militancia de otros partidos políticos hacia MORENA.
La prensa ni es preguntona y tampoco ni antes ni ahora se merece un pinche coscorrón de los poderosos. A pesar de ellos ha sobrevivido a dictaduras, cacicazgos, malos gobiernos y se adapta incluso a las nuevas tecnologías, por la sencilla razón de que la inmensa mayoría de la ciudadanía se aferra a la verdad y lo seguirá haciendo.
Hay hartazgo ciudadano. Pero la clase política, no es que no lo entienda. Su problema es que está atrapada en enorme intereses que le generan un cúmulo de complicidades. Por lo tanto, es casi imposible que el grupo que detenta el poder político haga transformaciones de fondo.
En cuanto a populismo; en Chiapas -sobre todo en épocas electorales- la clase política no se queda atrás. Pero carece de liderazgo y de carisma. Sin embargo los suple con total impunidad por la propaganda política que se observa, sustituye también el carisma y el liderazgo con falta de transparencia en los programas públicos que evita la calificación ciudadana.
En la práctica no hay equidad electoral y tampoco hay respeto por las autoridades electorales. Hay un abuso de los recursos financieros nacionales. Eso vulnera la competitividad democrática, inclina la balanza deslealmente y sobre todo; desnuda la falta de mecanismos institucionales para garantizar los derechos de los mexicanos más pobres, aquellos que no pueden salir de la pobreza porque no hay condiciones sociales ni económicas para que lo hagan.
El país no aguanta otro presidente que avale actos corruptos, nuestro estado no aguanta acumular otro sexenio con opacidad y con la misma clase política, los municipios no aguantan otro presidente municipal que solo realiza obras de relumbrón y se promueve políticamente.
La clase política estatal está ante un gran dilema. Tendrá que asegurar la paz mediante la fuerza o, en su defecto, mediante la amenaza. Tal y como decía el emperador romano Adriano. Y es que hay incentivos para que la clase política chiapaneca continúe en sus cargos, a pesar de sus saldos negativos en cuando a resultados de su gestión.