
Juan Sabines, el premio a la corrupción
En lugar de estar en la cárcel por haber saqueado al estado más pobre del país, Juan Sabines recibió la semana pasada el premio a la corrupción con su nombramiento como cónsul en Orlando, Florida.
En lugar de estar en la cárcel por haber saqueado al estado más pobre del país, Juan Sabines recibió la semana pasada el premio a la corrupción con su nombramiento como cónsul en Orlando, Florida.
El profesor Víctor Manuel Ancheyta Bringas, buena persona pero mal candidato, se ha convertido sin proponérselo en el principal aliado de Fernando Castellanos Cal y Mayor.
El hombre, parecen decirnos los deportes, las Playstations, los Xbox, los teléfonos y todos los gadgets, ha venido a este mundo a jugar. Juega con los balones, con los mandos a distancia, con las teclas de las computadoras y con los botones de los celulares.
Las encuestadoras andan con la brújula perdida. En el DF pronosticaron triunfos para el PRD que se esfumaron; en Nuevo León no lograron “retratar” la diferencia abismal a favor de El Bronco, y en Querétaro no se les apareció ni en photo finish el panista que finalmente ganó la gubernatura.
Ganar Tuxtla Gutiérrez es para el gobernador Manuel Velasco su prioridad máxima, porque le permitiría dejar posicionado a Fernando Castellanos Cal y Mayor como su sucesor y porque, en sus cuentas personales, significaría ser aprobado como gobernante.
Para el Partido Verde no hay límites. Se mueve en el atropello, el despojo y la violencia. Un gobierno y un partido que no respeta las leyes no es raro que sea generador de violencia. Es más se sirve de ella. La alienta. La dirige.
El conflicto que vive la Universidad Intercultural de Chiapas (Unich) presenta los matices de encono interno, rencillas, enfrentamientos y agravios personales más propios para solucionarse en sesiones de terapia grupal que en una mesa de negociación. Y no es broma.
Andrés Oppenheimer vuelve, con ¡Crear o morir! (Random House, 2014), a lo suyo: a recordar que en medio de la selva global de competitividad, América Latina tiene posibilidades de crecer pero deberá, ante todo, innovar. Lo tiene claro: los países más exitosos no son los que más petróleo, agua o soya poseen, sino aquellos que invierten en la formación de las mejores mentes.
En esas disertaciones triunfalistas a las que son dados los funcionarios, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, hablaba del “crecimiento sostenido” de México, del futuro prometedor y de lo maravilloso que está resultando el gobierno de Enrique Peña Nieto en materia económica.