Velasco, juegos peligrosos

 

Velasco-Beltrones

Velasco-Beltrones

 

Nominalmente Manuel Velasco Coello pertenece al Partido Verde Ecologista de México, pero con frecuencia le gusta jugar en la cancha del PRI. Tiene en el tricolor, aliados e intereses; a ellos les debe en gran parte la gubernatura de Chiapas y de ellos depende también su futuro político. Por eso pisa terreno ajeno y se inmiscuye en asuntos de la familia vecina. Sin que el Partido Revolucionario Institucional hubiera siquiera dado a conocer formalmente quiénes serían los candidatos a dirigirlo, Velasco designó al nuevo líder priista. En su cuenta oficial de Twitter felicitó al diputado federal Manlio Fabio Beltrones “en esta nueva etapa como dirigente del @PRI_Nacional”. Quizá sabe olfatear muy bien las feromonas del poder y eso le dio seguridad para tirar línea y dar el madruguete. Para muchos tal vez fue un movimiento audaz porque más adelante podrá presumir (y capitalizar) ese “oportuno” respaldo político, pero también es cierto que Velasco anuló cualquier viso de democracia en la elección del líder nacional del PRI. Como en los viejos tiempos, Manlio dentro de poco será ungido por obra y gracia de la voluntad presidencial. El gobernador chiapaneco y el PVEM refuerzan así el amarre con su aliado estratégico pensando ya en la sucesión del 2018, con el propósito de conservar para el Verde la candidatura al gobierno estatal, una posibilidad que no es bien vista por los priistas locales que desde ahora ya piensan que es a ellos a quienes corresponden encabezar la alianza que los obligó a disciplinarse en el 2012.Los priistas ya probaron en estos tres años de administración velasquista que la coalición no les ha resultado tan benéfica en términos electorales y políticos, e incluso en los pasados comicios del 19 de julio, resultaron lastimados por el avasallamiento gubernamental. En síntesis, ya no quieren ser ninguneados, no quieren ser cola de león… o de tucán.

REBELIÓN CHAMULA.- Los disturbios de ayer jueves frente a Palacio de Gobierno no fue una derivación de la protesta por la imposición del candidato del Partido Verde en la alcaldía del municipio tradicionalmente priista de San Juan Chamula. El grupo de encapuchados que lanzó cohetes y rompió vidrios del edificio iba con el propósito muy claro de dejarle un mensaje al gobernador. Sobre la cubierta de madera que encapsula la entrada principal colocaron una manta exigiendo respeto a los usos y costumbres, ridiculizaron con un “judas” la figura de Manuel Velasco y dejaron pintas muy simbólicas: “Fuera Güero”, “Queremos la renuncia del gobernador”.

PRI, LA INSANA CERCANÍA.- Por donde quiera que se le vea, la inminente designación de Manlio Fabio Beltrones Rivera como presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, es un mal augurio para la democracia del sistema político mexicano. En medio de la grave crisis de credibilidad de los partidos políticos, que supondría un intento de renovación para contener el descrédito, Enrique Peña Nieto optó por el pasado. Quizá no podría ser de otra forma porque él mismo es producto de la antidemocracia que ha reinado en ese partido representante de décadas de autoritarismo mexicano. Por las venas de Beltrones corre el ADN dinosáurico del priismo y encarna lo más graneado de los intereses de la clase política neoliberal que asaltó el poder y al partido en la década de los ochenta (Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo). El “se acabó la sana distancia con el presidente” en el discurso de Manlio Fabio, es un giño al presidencialismo obsceno y avasallador, a ese que ya creíamos desterrado, al menos en sus facetas más perniciosas. Lo que se avecina es una reedición más acabada de las decisiones cupulares por encima de la militancia, el PRI al servicio de los deseos e intereses presidenciales y de la élite en el poder, y alejado aún más de la parte de la sociedad que dice representar. Por su formación cercana al hombre leyenda del priismo hegemónico, Fernando Gutiérrez Barrios, y por la experiencia que le da haber sido gobernador de Sonora, dos veces diputado federal y dos veces senador de la República, Beltronestiene fama de político eficaz conocedor de los bajos fondos del sistema, con relaciones en todos los niveles (incluso –se sospecha—con el crimen organizado), hábil negociador y dueño de un carisma que para muchos resulta cautivador. Si se hubiera optado por un método de elección democrática en la renovación de la dirigencia del PRI, sin duda el político sonorense hubiera ganado porque tiene un indiscutible liderazgo en su partido. Seguir esa ruta, cuando menos significaba mandar a la sociedad un mensaje de cambio, pero también se corría el riesgo de fortalecer una figura con perfil presidencial que aún no embona bien en la estrategia sucesoria del 2018. Por eso se prefirió la simulación, para que las reglas del priismo presidencialista no se muevan y quede claro quién sigue teniendo el control. Manlio Fabio será colocado en el CEN del PRI para afrontar los comicios del 2016 donde se elegirán a 12 gobernadores y cuyos resultados son estratégicos porque marcarán la tendencia electoral para el 2018. No será una empresa fácil, pues tendrá que lidiar con el propio lastre del descrédito presidencial y con el rechazo social que han causado las reformas estructurales de Peña Nieto. Paradójicamente, el triunfo del PRI depende en gran medida de la desvinculación de la figura de su “jefe máximo” y de la promoción delos endebles logros del gobierno federal, lo cual necesariamente conduce al apuntalamiento de liderazgos locales y partidistas.En teoría, Beltrones también llegará al PRI para controlar el partido en el proceso de sucesión de acuerdo a los tiempos que marque el presidente. Las cartas fuertes que tiene Peña para el candidato oficial están hoy en su gabinete (Luis Videgaray, Miguel Ángel Osorio Chong y Aurelio Nuño); sin embargo, ante la eventual falta de un candidato fuerte en el primer círculo del Ejecutivo, seguramente Manlio trabajará desde el PRI para construirse como una alternativa real. Desde luego no lo hará desde una postura insurrecta, se atendrá a los tiempos y su ascenso quizá sea por la ruta que siguió el también el sonorense Luis Donaldo Colosio. Después de un buen desempeño como dirigente nacional, sería llamado al gabinete y desde ahí edificar su candidatura. En este sentido, la mayor cercanía del PRI con el presidente, si bien para la democracia resulta un buen activo político.

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