Gobierno de coalición, ¿dique contra alianza opositora?

Eduardo Ramírez Aguilar, de la Secretaría del gobierno de Chiapas al PVEM. Foto: Facebook

Eduardo Ramírez Aguilar, de la Secretaría del gobierno de Chiapas al PVEM. Foto: Facebook

La semana pasada el presidente del Congreso local, Eduardo Ramírez Aguilar, adelantó que en el debate de la reforma constitucional chiapaneca se plantearán como propuestas el gobierno de coalición y las candidaturas independientes, dos figuras políticas que llaman la atención por las repercusiones que podrían tener en la construcción de nuestra democracia representativa.

En síntesis, lo que se propondría es que por ley las minorías políticas en los comicios estatales tengan derecho a formar parte del gabinete del gobernador; y que a los candidatos independientes perdedores en elecciones municipales, se les otorgue un asiento en el Cabildo. El argumento principal es que en un entorno de pluralidad, estos cambios generarían mayor estabilidad para gobernar el estado.

Para dimensionar los alcances de esta iniciativa, sin embargo, habría que contextualizar que la idea de modificar la Constitución no surgió de una exigencia social o de la oposición, sino de las entrañas del grupo gobernante y de su extensión en el Poder Legislativo. Por esa razón, habría que analizar las circunstancias en la que se da y el trasfondo que pudiera tener para el proceso electoral del 2018.

En este sentido, todo parece indicar que la idea de elevar la coalición a nivel constitucional estaría pensada más en función de los intereses de sobrevivencia del partido en el poder que como una auténtica aportación democrática.

En los hechos, reconoce Ramírez Aguilar, ese gobierno compartido ya existe pues en el gabinete hay funcionarios de cuando menos cuatro partidos políticos, pero hasta ahora no hay un indicador que nos demuestre que por eso el gobierno funcione mejor o el estado tenga mayor gobernabilidad. Por lo tanto, formalizar la obligatoriedad de esa pluralidad partidista en la administración pública, no estaría aportando gran cosa a la democracia del estado ni estaría abonando en la solución de un problema endémico del sistema como es la inestabilidad, reflejada en múltiples y persistentes conflictos en varias zonas del estado.

El gobierno de coalición es una figura política que ha funcionado como factor de estabilidad en democracias avanzadas, como las europeas, que se rigen por un sistema parlamentario, donde los partidos tienen una mayor representación y son independientes del Poder Ejecutivo. Sin embargo, Chiapas está a años luz de esas características, porque aquí sigue siendo el gobernador el que controla la vida interna de los partidos y hasta la propia Cámara de Diputados.

Por lo tanto, si no hay una oposición real ni la posibilidad de que los partidos apliquen su programa de gobierno en el espacio de poder que le corresponda, la instrumentalización del gobierno de coalición se convertiría en un simple reparto de cuotas de poder.

Si en realidad se quisiera avanzar por esa vía, también debiera legislarse para que las minorías en el Congreso pudieran, en una coyuntura específica, poder formar una mayoría absoluta para influir de manera determinante en la conformación del gabinete gubernamental.

En Chiapas queda claro que por los escuálidos resultados del gobierno de Manuel Velasco, un nuevo triunfo del Partido Verde Ecologista de México, al menos en los términos avasalladores en los que lo hizo en el 2012, es poco probable. Incluso la reedición de la alianza con el Partido Revolucionario Institucional tampoco es segura por las pugnas que se han suscitadoentre ellos y, si se diera, a quien le correspondería poner el candidato es a los priistas, después de que éstos cedieron ese derecho por una negociación entre las dirigencias partidistas nacionales hace cuatro años para apoyar como candidato presidencial a Enrique Peña Nieto.

Bajo estas circunstancias, la propuesta del gobierno de coalición podría estar diseñada con dos propósitos estratégicos:

1.- Desincentivar la formación de una alianza opositora. En un escenario donde el PVEM vaya con candidato propio y sin el PRI, para garantizar su triunfo estaría obligado a formar un frente de partidos, a los cuales atraería con la carnada del gobierno de coalición y trataría de incluir a Chiapas Unido, Mover a Chiapas, Panal y posiblemente al PAN o al PRD, debilitando así la creación de un fuerte polo opositor.

2.- Conservar cotos de poder. En el escenario de una eventual derrota en una votación cerrada que lo deje en el segundo lugar, el PVEM se adjudicaría la cartera de la Secretaría de Gobierno, el espacio que por lógica debería cederse a la segunda fuerza política del estado en el esquema del gobierno de coalición. Desde ahí podría proteger sus intereses y seguir controlando varios hilos del poder desde su estatus de partido opositor.

 

publicoyprivado2016@gmail.com

Un comentario en “Gobierno de coalición, ¿dique contra alianza opositora?”

  1. 2018
    26 septiembre, 2016 at 9:03 #

    EL ÚNICO CAMINO ES REGRESAR TODO LO QUE LE HAN QUITADO AL PUEBLO.

    SOLO ASI.

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