Memorias en el tiempo

Árbol de la vida

Mientras esperaba  que llegaran por ella, Ofelia comenzó a observar cada una de las fotos que estaban en la sala de su casa. Las fotos de su abuelita, su papá, su mamá, sus tías, tíos, sobrinos, mascotas, distintos miembros de su familia estaban presentes ahí, a través  de las imágenes capturadas.

La espera fue breve ante el ejercicio de ir recordando las distintas escenas que le remitía cada una de las fotografías.  Fue repasando las imágenes, la línea del tiempo se hizo presente, desde las historias que su mamá le había contado de los familiares que no conoció, hasta llegar a la fotos más recientes y algunos retratos que le habían tomado a ella.

La sensación que tuvo en esos minutos de observación fue grata, todas esas imágenes formaban parte de su cotidianidad. Sin embargo, en la rutina diaria solían pasar desapercibidas.

Se quedó pensando, qué valor tenían las fotografías en su vida, qué significados les daba, eran una especie de tesoros. Vino a su mente la cajita de madera que guardaba su abuelita Juanita, ahí tenía las fotos familiares, eran fotos pequeñas, en blanco y negro, algunas a colores, las cuidaba tanto y Ofelia disfrutaba mucho cuando abría la cajita y sacaba las imágenes, le compartía las historias de algunas de ellas.

Fijó su mirada en las personas que habían partido, los instantes capturados en distintos momentos eran una manera de mantenerlos en la mente, de recordar esas experiencias que cada imagen tenía registrada, de traer al presente sus rostros, algunas esbozando sonrisas, otras más  de asombro o seriedad. Ahora comprendía bien a la abuelita Juanita, cada foto era un tesoro y estaba feliz de tenerlos.

No tenía duda que  las fotografías no solo capturaban el instante decisivo,  sino que se convertían en parte de las historias de vida  de cada persona, eran una especie de memorias en el tiempo.

Nuevamente hizo un repaso fotográfico, sonrió al ver la diversidad de  marcos que tenían las fotos, todos le parecían lindos, desde los decorados con colores fuertes, alegres pues, hasta los que tenían enmarcado de un solo tono, un poco más formales. Cada imagen tenía el enmarcado acorde a la persona y situación, o al menos así lo interpretó Ofelia.

El timbre de su casa sonó, era hora de partir. Ofelia tomó su bolsa y jaló su cámara; sonrió a Luis y Mario, sus amigos,  estaba casi segura que en esa salida habría una foto para sumar a las memorias en el tiempo.

 

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