Falta empatía con el migrante

Históricamente, los migrantes que cruzaban sin registro la frontera México-americana, provenían de México. Ese tipo de migración sigue existiendo; pero ahora la atención está puesta en la migración de Guatemala, Honduras y El Salvador, tres países de América Central con altas tasas de pobreza y violencia.

Estados Unidos ha intentado detener el flujo migrante Centroamericano con una política de “cero tolerancia” separando familias y retrasando los procesos judiciales de quienes solicitan asilo y refugio. Pero los migrantes siguen llegando y el fenómeno migratorio no cesa, al contrario; se transforma.

En las postrimerías del sexenio de Enrique Peña Nieto, la migración centroamericana hacia Estados Unidos vivió un nuevo fenómeno que incluso en estos días es vigente. El migrante se organizó en caravanas para proteger -sobre todo en lo que se refiere al tránsito por México- su integridad física durante el viaje hacia el norte.

Los mexicanos pasamos del asombro a la solidaridad inicial y luego la polémica se desató; apareció la xenofobia, el rechazo y claro está, la solidaridad también continuó. Pero en México falta mucha empatía hacia el migrante.

Con las sucesivas caravanas de pronto; nuevas realidades y contradicciones nacionales e internacionales nos estallaron o se hicieron visibles.

Otra expresión más de nuestra pobreza se hizo evidente, las caravanas colapsaron los servicios públicos municipales por donde pasaron los migrantes y ello demuestra una parte de lo que buscan quienes migran: el bienestar en donde hay riqueza, es decir llegar a alguna ciudad de Estados Unidos.

El bienestar los migrantes lo buscan en otro lado porque su propio país no es capaz de ofrecerles medios de vida decentes. Los países centroamericanos que expulsan a sus ciudadanos no pueden generar empleo, los ingresos son bajos y además la violencia en todas sus formas es cotidiana.

En esas condiciones el regreso al país de origen es difícil que sea opción de un migrante que es repatriado. Es decir, lo más seguro es que a pesar de la repatriación seguirá intentando llegar hacia el norte.

Trump dijo que construiría un muro para evitar que los migrantes mexicanos sigan llegando a Estados Unidos. Pero el gobierno de nuestro país -obligado por la urgencia de ratificar el T-MEC y la presión americana- creó su propio muro para evitar que los migrantes centroamericanos lleguen al norte.

Trump finalmente se salió con la suya presionando al gobierno mexicano que cumple una función si bien legal, es moralmente inaceptable porque obedece a los deseos de un gobierno extranjero.

Triste es también que viendo las fotografías y los videos de lo que sucede entre la Guardia Nacional y la caravana de migrantes en la ribera del Suchiate; los boletines de prensa hablen de “rescate” de personas migrantes de origen centroamericano que ingresan de manera irregular por la zona fronteriza de Chiapas. Es como si los padres violentos de un infante le dijeran como una justificación “me duele más a mi» o «es por tu bien».

Según tengo entendido la denominada “Caravana 2020” está integrada por migrantes hondureños que huyen de la sequía y del cambio climático. En Centroamérica está identificada una región llamada “corredor seco”, una de las zonas del mundo más susceptibles a la variabilidad y el cambio del clima.

En este caso, Centroamérica tiene migrantes que huyen por la pobreza, otros por la violencia y ahora existe la categoría de “migrantes ambientales” o los que buscan nuevos refugios por el cambio climático. El resultado es el mismo; si bien el principal “factor de empuje” identificado no fue la violencia, ahora lo es la sequía y sus consecuencias: no había trabajo, no había tampoco dinero y ahora peligra la comida.

Precisamente la pobreza arraigada, la violencia, los efectos del cambio climático son lo que provoca la migración y es lo que hay que atacar. Si eso afecta especialmente a Honduras, El Salvador y Guatemala y sus ciudadanos migran al norte porque sus gobiernos no pueden retenerlos; ¿Por qué México y Estados Unidos no cooperan atendiendo las causas estructurales de la migración?

Al mexicano, el americano le hace lo mismo en la frontera norte. Por eso es incongruente -por no decir que inaceptable moralmente- que la Guardia Nacional haga el trabajo de la “Bordel Patrol” en la frontera entre México y Guatemala.

Necesitamos tenerle una empatía al migrante que implique ofrecerle un respeto y una preocupación por su bienestar que no sea fugaz. Muchos ciudadanos siempre hablamos sobre los migrantes no desde la perspectiva de ellos, que huyen por sus vidas, que lo han perdido todo y que tienen derechos humanos bajo nuestras leyes; sino que hablamos de ellos desde la visión de una persona que se siente segura y que seguramente no piensa migrar por razones económicas, de violencia o por el cambio ambiental.

Más empatía y menos prejuicios para quienes el sueño de llegar a un país en donde se pueda vivir en paz hace que sientan que cualquier sacrificio que hagan, algún día valdrá la pena.

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

 

Un comentario en “Falta empatía con el migrante”

  1. Elisa
    27 enero, 2020 at 11:56 #

    muy buen artículo y muy acertado, no solo en México sino a los humanos en general nos hace mucha falta la empatia,
    ponernos en el lugar de los que huyen, de los que sufren, de los que están solos, enfermos y viven apartados de la sociedad
    por algún motivo……
    ¡ hay tanto que hacer y tantas personas a las que ayudar ! Ojalá el número de voluntarios que ayudan y de personas que defienden
    a los que no tienen voz, aumente, siga creciendo, hasta borrar miserias e injusticias y guerras de la faz de la Tierra.

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