Jaque al rey

“… es un tirano, se va a quedar solo”. ALO. El País, 31 de mayo de 2016.

 En medio de la peor crisis sanitaria que hayamos vivido en los últimos tiempos, los problemas no parecen terminarse para la presente administración federal. Acabamos de pasar las polémicas declaraciones del presidente Obrador en torno a la toma del Capitolio en Estados Unidos y, de nuevo, estamos inmersos en varios temas que avizoran algunas tormentas. Una rápida enumeración de conflictos incluye la desaparición de los fideicomisos, la inminente desaparición de los órganos autónomos, el aparente manto de impunidad en el caso Cienfuegos y las respuestas que vendrán de nuestros vecinos del norte, la propuesta del INE de suspender las “mañaneras” mientras ocurren las elecciones; entre otros asuntos pendientes de la agenda nacional.

 

La Fiscalía General de la República acaba de informar que, con base en los elementos que se le entregaron y las declaraciones del general Salvador Cienfuegos, no considera que existan los argumentos suficientes para proceder penalmente en contra del militar. El golpe a la credibilidad del gobierno ha sido brutal y las manifestaciones de descontento de aliados incluso del propio régimen de la 4T no se han hecho esperar.

 

Por sí mismo, este hecho significa un gran reto para este gobierno en tanto que ha declarado como misión histórica afrontar el problema de la justicia. Pero no es la primera ocasión que le aplican la misma medicina de ponerlo a prueba en los temas que dice defender. Mientras el actual presidente era jefe de gobierno de la Ciudad de México conocimos los escándalos de algunos funcionarios cercanos recibiendo dinero de un empresario corrupto. La honestidad valiente era el slogan publicitario de aquella época, pero el comportamiento de quienes se ostentaban como superiores moralmente mostraban sus debilidades por el dinero y el poco pudor que podían tener si se trata de solventar los costos de una causa.

 

El general Cienfuegos fue detenido en el aeropuerto de Los Ángeles el 15 de octubre de 2020, es decir, a poco menos de un mes de celebrarse las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Este no es un detalle menor, máxime cuando el militar con alguna frecuencia había estado en ese país en ocasiones previas. La pregunta es ¿Qué fue lo que ocurrió para detenerlo hasta estas fechas y por qué tres semanas antes de la elección en aquel país?

 

No olvidemos, también, que en los antecedentes inmediatos de funcionarios de alto nivel mexicanos detenidos en Estados Unidos, está el caso emblemático de Genaro García Luna, a la postre Secretario de Seguridad Pública del Gobierno mexicano. Este alto funcionario de la administración de Felipe Calderón, tenía residencia en aquel país y estaba siendo investigado por delitos relacionados con el narcotráfico. Irónicamente, García Luna seguía siendo una persona honorable en México, mientras que en Estados Unidos ya se había iniciado una investigación judicial en su contra. En este sentido, la captura del general Cienfuegos ¿Entra en la lógica por la disputa del poder en Estados Unidos? Es difícil pensar en una sola racionalidad que explica el fenómeno y, sin embargo, es probable que este hecho tenga repercusiones políticas tanto en la Unión Americana, como en México.

 

La reacción inmediata del gobierno mexicano fue de sorpresa, pero actuaron rápido a fin de proteger al general. En su momento, se argumentó que se habían violado los acuerdos bilaterales, en tanto que la agencia antidrogas americana (DEA) no compartió la información a las autoridades nacionales. En otras palabras, la DEA, como se dice vulgarmente, “se fue por la libre” a fin de detener y actuar para que el general fuese procesado en Estados Unidos sin informar a sus contrapartes mexicanas.

 

No se puede negar que el presidente Obrador llegó con un gran respaldo popular, cosa del cual goza todavía. ¿Cuáles fueron sus ofertas? El hoy presidente ha señalado reiteradamente alrededor de 100 compromisos, pero en el discurso suele sostenerse frecuentemente la idea de la justicia, el combate a la impunidad y la corrupción. De entrada, son retos enormes porque el deterioro y el rezago existente en esos temas es casi sempiterno. Sin embargo, era inevitable que este o cualquier otro gobierno encarara estos problemas porque eran y son las demandas fundamentales que emergen de la sociedad, ante la severa crisis de las instituciones de gobierno, en particular del sistema de justicia en el país. Si nos atenemos a lo datos que son de dominio público, nuestro sistema de justicia es incapaz de sancionar la conducta criminal simplemente porque más del 95% de los casos que se presentan no se resuelven. De nuevo, cabe preguntarse si con este sistema de impunidad podíamos albergar que el general Cienfuegos sería sometido a proceso. El Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, dijo que sería suicida no hacer nada en México una vez repatriado el general Cienfuegos. En todo caso, insistió, si no hacemos nada mejor que se quede allá. Ni se quedó allá, pero será un reto enorme para este gobierno tratar de explicar lo que aparentemente resulta inexplicable. Hasta ahora, lo que se ha difundido de las “evidencias” para someter a proceso al general se trata de la transcripción de llamadas interceptadas a través de una teléfono celular, pero no parecen ser pruebas contundentes para penalizar su caso.

 

Es verdad que para este gobierno una de las instituciones fundamentales lo constituyen las fuerzas armadas y de eso nos ha dado pruebas suficientes. La participación del Ejército en la construcción del aeropuerto de Santa Lucía o el papel que han jugado las fuerzas armadas en el combate al Covid19. Hay varios elementos dignos de encomio de las instituciones castrenses. Pero en nuestro pasado inmediato existen episodios en que la participación del Ejército se ha dado con excesos de violencia y en contra de los derechos humanos. No es incomprensible que la presente administración federal se apoye en una institución como las fuerzas armadas, pero resulta muy difícil asimilar que estas sean impolutas y que hayan transitado todos los periodos de nuestra historia sin mancha alguna. Por lo menos en los dos sexenios anteriores al presente, la participación del Ejército ha estado comprometida con excesos de violencia. Y, sin embargo, el presidente Obrador no ha tenido más remedio que respaldar a una institución que no es ni pura, ni virgen, pero es la que ha elegido para sostener su gobierno.

 

No es descabellado pensar que el presidente Obrador recibió presiones del Ejército con el propósito de defender al general Cienfuegos. Estados Unidos tiene al menos un sistema de justicia más robusto que el mexicano; de tal manera que resulta sorprendente que siendo instituciones de justicia con algún margen de autonomía para procesar criminales se haya actuado con tal celeridad en la liberación del general. ¿Quién y por qué razones pudo haber influido en el fiscal William Barr para tomar una decisión de esta naturaleza? ¿Hubo algo a cambio por parte del Gobierno mexicano? En política nada es fortuito, ni gratuito, no al menos a esos niveles.

 

Por lo pronto, dependiendo que tan airoso salga de este problema el gobierno de la 4T se podrá ver que tan fortalecido regrese al escenario político o, en su defecto, que tan debilitado queda. Lo que es más que probable es que si no logran revertir la contradictoria impresión que el caso Cienfuegos deja, tendrán que pagar el costo político en lo inmediato y quizás sea el declive de un sexenio que tantas esperanzas y expectativas de cambio enarboló.

 

Si la administración del presidente Peña Nieto se derrumbó con la matanza de estudiantes de Ayotzinapa, el caso Cienfuegos pone contra las cuerdas al presidente Obrador y si no hace una operación quirúrgica para resolver el callejón sin salida en que se ha metido, deberá pagar el costo político de sus reacciones y muy probablemente todo esto impacte los resultados electorales de mediados de este año. Ya veremos.

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