Excesos y criminalidad policial

Que la policía cometa excesos en sus funciones cotidianas de brindar seguridad a la ciudadanía no parece una novedad de la cual debamos sorprendernos, sino porque ahora vemos casi en tiempo real la falta de control y límites con que parecen operar los “guardianes del orden” que, contra toda lógica, parecen los principales promotores no solamente del desorden sino, además, de que se pueden cometer delitos con la más absoluta impunidad.

 

Desde que se descubrió el modus operandi del cuerpo de policías dirigidos por, Arturo Durazo Moreno, en el otrora Distrito Federal, la página roja de los diarios fue adquiriendo mayor relevancia por los atropellos cometidos y la sistemática y profunda corrupción anidada en los cuerpos de seguridad del Estado. Las policías han sido siempre las mejores escuelas del crimen y a menudo más que brindar seguridad se han caracterizado como cuerpos de seguridad para la persecución de opositores o incriminar inocentes. Durazo perfeccionó el modelo gerencial con que operó la extinta policía de la Ciudad de México, arquetipo policial que fue adoptado en prácticamente todo el país. Ríos Galena, el legendario delincuente que asaltaba bancos y secuestraba empresarios, fue un distinguidísimo miembro de los cuerpos de seguridad del Estado.

 

Recientemente ha corrido por el ciberespacio la detención de una mujer salvadoreña por parte de la policía de Tulum, Quintana Roo. En fotos y videos profusamente difundidos por distintos medios nos convertimos en espectadores indolentes frente a los hechos en que unos policías someten a Victoria, una mujer centroamericana de poco menos de 40 años de edad y con dos hijas.

 

Se sabe que los policías atendían una denuncia ciudadana debido a que la hoy occisa había ingresado a una de las llamadas tiendas de conveniencia que existen por todo el país, con un garrafón vacío a fin de comprar agua. En algunos videos se ve que la mujer se pasea por el local moviendo frecuentemente el garrafón que llevaba en una de sus manos. Y, sin embargo, no se observa que agreda a alguien o utilice el recipiente para causar algún tipo de desorden con los artículos depositados en la estantería del negocio.

 

En otro video, tomado por algún ciudadano que transita dentro de un vehículo, se puede mirar la acción policial con algún detalle. Aunque se ve que la mujer está sola y sometida boca abajo sobre la calle, los elementos de seguridad son aproximadamente 5, más un oficial de cierto rango si se toman en cuenta las insignias que porta. Los policías se transportaban en dos vehículos, una camioneta pick up y un auto compacto.

Visto así, existe una situación desproporcionada entre los elementos de seguridad y la ahora víctima no solamente en cuanto al número de participantes, sino porque se observa un uso excesivo de la fuerza cuando la persona ya había sido sometida. Un policía literalmente descarga todo el peso de su cuerpo presionando con sus rodillas la espalda de la detenida. En efecto, como muchos han comentado, la escena parece una vulgar imitación del exceso de fuerza aplicado por la policía de Minesota, en Estados Unidos, que terminó por asesinar a George Floyd. Resulta más pedagógica una acción desproporcionada y criminal de un colega de profesión que un millón de cursos para adiestrar en derechos humanos y en el uso medido de la fuerza, a policías que aplican el brutal método con que emulan excesos injustificables.

 

Mientras tanto, en la página oficial del municipio de Tulum, Quintana Roo, se muestran algunas imágenes y se informa sobre las políticas de capacitación, así como la estrategia seguida a fin de garantizar seguridad expedita a la ciudadanía a través de la policía de proximidad. En este sentido, no parece que esos policías hayan recibido algún curso para aplicar los protocolos ya conocidos en situaciones de ese tipo o continúan aplicando las viejas prácticas para someter a presuntos delincuentes. La actuación de esos policías contradice las acciones que en la materia ha pretendido implantar el actual ayuntamiento.

 

Al parecer, las autoridades han actuado más o menos rápido y los policías están en calidad de detenidos sujetos a investigación, mientras que un oficial ha sido separado de su cargo. La celeridad con que se actuó puede deberse a varios factores, pero sin duda fue la acción del presidente Bukele en tanto que se trataba de una ciudadana salvadoreña y las protestas de la sociedad civil local, los elementos que propiciaron una pronta respuesta de las autoridades judiciales frente a los hechos.

 

Resulta perturbador ver que ni los propios policías sean capaces de evitar los excesos que a todas luces estaba cometiendo uno de sus colegas o quizás piensan que eso es parte de las rutinas diarias del oficio. Cuando se dan cuenta que están siendo filmados, simplemente se limitan a dar vueltas y uno que otro se encarga de obstruir la mirada escrutadora de la cámara de un celular indiscreto.

 

Más sorprendente resulta que todo sucede en la más completa indolencia, pese a que se observan transeúntes por la calle, nada parece impedir la acción policial. Al mismo tiempo, llama la atención que la ciudadanía solamente se limite a registrar el video de las atrocidades policiales, pero parecen no inmutarse por la brutalidad que se ejercía sobre la víctima, como si lo más importante fuese captar el momento. Es verdad que sin el video o los videos tomados quizás no tendríamos mayores elementos que evidenciaran los excesos de los cuerpos de seguridad, pero resulta un tanto devastador la indiferencia que pueden ocasionar estos hechos que le damos mayor peso a su registro y no a la brutalidad de los acontecimientos en sí mismos. También es cierto que, ante una policía de este tipo ¿quién desea ponerse en riesgo?

 

Con estos policías, no es gratuito que la ciudadanía conceda poca credibilidad a las instituciones de seguridad del Estado, pese a la relevancia que tienen en la vida cotidiana de las personas. Establecer una policía cada vez más confiable y profesional nos llevará tiempo, aunque sería conveniente acelerar un poco más el paso en esa dirección. No obstante, el gobierno federal actual se ha concentrado en incrementar los efectivos de la Guardia Nacional bajo control militar en términos operativos para contrarrestar los problemas de inseguridad existentes en el país. Ya veremos con cuanto éxito logra semejante objetivo.

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