Una tarde terrible

Sábado 5 de marzo de 2022. Estadio La Corregidora de Querétaro: minuto 63 del partido de futbol entre los Gallos Blancos de Querétaro y el Atlas de Jalisco. En las tribunas comienza un movimiento masivo de aficionados que agreden a los partidarios del equipo visitante. El zafarrancho se vuelve incontrolable en pocos minutos. Una multitud aterrorizada busca escapar de la furia inexplicable se seres humanos convertidos en máquinas de agresión. El destrozo de lo humano se impone. Son agredidas familias enteras sin que se salven de ello los niños y las niñas. Las imágenes que transmitieron los noticieros tanto nacionales como internacionales son impresionantes. Nadie con la mínima sensibilidad puede contemplar esas imágenes sin conmoverse y preocuparse. La pregunta asalta al cerebro: ¿Por qué? ¿Qué motiva esa violencia?  Me viene a la memoria la novela de Truman Capote, A sangre fría. Pienso que en el caso de los terribles sucesos en el Estadio La Corregidora, los agresores a sangre fría son masivos. No hay compasión. No hay misericordia. Las personas tiradas en el suelo son pateadas por la turba sin pensar en las consecuencias. Un adolescente portando la camiseta de los Gallos Blancos se la cambia con una joven del Atlas que así logra salvarse. Un pequeño destello de humanidad en medio de la barbarie. Todo indica que la agresión se trató de una acción concertada con la complicidad de los policías y quizá de funcionarios del gobierno de Querétaro. Tanta barbarie como la desplegada en esa terrible tarde del sábado 5 de marzo de 2022 es sólo la punta del iceberg de la descomposición profunda de la sociedad mexicana, una de las más desiguales del mundo, sino que la más. Al lado de los 6 capitalistas más poderosos, orondos de su riqueza, están los contingentes de pobres, de gentes que pululan en las esquinas de las ciudades pidiendo dinero, de millones de asalariados con salarios de miseria y trabajando más de 12 horas diarias. Es un país de capitalismo desenfrenado, incontrolado, deshumanizado. Y la expresión de esa estructura profunda de desigualdad es lo que vimos en el Estadio La Corregidora esa tarde terrible del 5 de marzo de 2022. ¿Habrá que recordar que en México 6 personas controlan más recursos que el 50% de la población? ¿Cómo es eso posible? Y son estos los que controlan el deporte-negocio, los que se embolsan millones de pesos a diario, mientras un obrero o un campesino, o un asalariado de clase media, apenas gana lo suficiente para llegar derrapando al siguiente cobro. Y ello va aparejado de una insensibilidad a toda prueba. Nada conmueve a esta oligarquía.

La violencia en el futbol no es nueva y no nace en este gobierno, como seguramente habrá quien así lo indique. La historia del futbol mexicano muestra episodios recurrentes de violencia incluyendo el incendio de estadios. Pero más reciente, la refriega del Estadio La Corregidora viene de lejos. Veamos: en 2007, el equipo Atlas venciendo a los Gallos Blancos ocasionaron que estos descendieran a la segunda división. Las porras de los Gallos Blancos armaron una tremolina a las afueras del estadio Jalisco y prometieron guerra eterna al Atlas. En 2010, las porras de los Gallos Blancos agredieron a las del Atlas en el interior del Estadio La Corregidora con un saldo de 30 heridos y no recuerdo si hubo algún fallecido. En 2013, esta vez en el Estadio Jalisco, las porras de ambos equipos se enfrascaron a golpes. En 2019, las porras de los Gallos Blancos protagonizaron una impresionante batalla campal en el Estadio Alfonso Lastras de San Luis Potosí, teniendo el árbitro que suspender el partido ante la incontrolable batalla. Así que no es nada nuevo este tipo de  enfrentamientos entre las porras de los Gallos Blancos y las del Atlas. Por supuesto, esto lo sabían bien los dirigentes del futbol mexicano y los dueños de los equipos. Por eso, resulta muy extraña la falta de seguridad tanto al interior del Estadio La Corregidora como en el exterior, además de la forma tan rara en que actuó la policía local.

La violencia en el futbol es notable en todo el mundo en contraste con lo que sucede en otros deportes, incluyendo el box y la lucha libre, que son deportes violentos. Hace mucho tiempo que no se sabe de una bronca descomunal como la del sábado 5 de marzo pasado en el Estadio La Corregidora en un partido de béisbol o de básquetbol. Los análisis hechos desde las ciencias sociales aportan claves para entender el hecho de la violencia en los estadios de futbol y la bibliografía es abultada.  Solo citaré algunos títulos que el lector puede consultar con relativa facilidad: Thomas Fischer, Romy Kohler y Stefan Reith, Editores, 2021. Futbol y Sociedad en América Latina, Editorial Iberoamericana/Vervuert, Madrid/Frankfurt am Mein; Luis Cantarero, 2020, ¡Cállate, Papá! Editorial Pregunta, Zaragoza, España; Pablo Alabarces, Compilador, 2003, Futbologías: Futbol, identidad y violencia en América Latina, CLACSO, Buenos Aíres; Pablo Alabarces, 2008, Futbol y Patria. El futbol y las narrativas de la nación en la Argentina, Prometeo Libros, Buenos Aíres. Finalmente un grupo de estudiosos mexicanos del deporte publicó un número monográfico sobre el futbol en la Revista Nueva Antropología, volumen XXXIV, Número 94, enero-junio, 2021. Así que por bibliografía no queda. Un problema, sin embargo, es que los dirigentes de la Federación Mexicana de Futbol no leen y además, no quieren saber nada de investigación científica sobre el futbol. Por lo menos así era con las anteriores dirigencias y con el club de dueños de equipos. Al escribir estas líneas y después de escuchar el informe del Sub Secretario de Seguridad durante la mañanera del lunes pasado, me enteré que no hay oficialmente ningún muerto por los sucesos de La Corregidora y que se admiten 26 heridos, algunos de gravedad. El Presidente López Obrador respondió a una pregunta sobre este caso, indicando que los hechos son lamentables y que el cambio social no llega de la noche a la mañana. Dijo: “Lo viejo no acaba de morir, y lo nuevo no acaba de nacer”. En efecto, un cambio tan radical como el que necesita la sociedad mexicana para alcanzar la igualdad, no se dará en un sexenio y ni siquiera existe garantía alguna de que habrá una continuidad en los esfuerzos por desterrar la impresionante desigualdad social existente. No alcanzaré a incluir un comentario en este texto acerca de los resultados que tendrá la reunión de dueños de clubes con Mikel Arreola, Presidente de la FEMEXFUT. Pero las resoluciones que resulten de esa reunión serán necesarias de analizar así como la dirección que tomen las investigaciones del caso y las sanciones que se impongan y si todo ello es suficiente para evitar que se repita un hecho tan terrible como el de esa tarde del sábado 5 de marzo en el Estadio La Corregidora.

Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. Lunes 7 de marzo, 2022.

 

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