Desde el pasado, la actualidad: un discurso premonitorio

Andrés Manuel López Obrador.
Foto: Cortesía

El pasado sábado 18 de marzo se celebró el día la expropiación petrolera en el Zócalo de la CDMX. Una impresionante concentración llenó la enorme plancha de ese lugar considerado el “corazón de México”. La decisión más sobresaliente tomada por el General Lázaro Cárdenas del Río ocurrió hace 85 años, un 18 de marzo de 1938, a dos años del término del primer período sexenal del Presidente de la República. Eran años convulsos. De hecho, se vivían los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial (1 de septiembre de 1939 al 2 de septiembre de 1945) mientras en España se peleaba la defensa de la República ante el golpe de Estado del General Francisco Franco, guerra en la que el eje fascista probó sus armas cubriendo de sangre los campos de España. En México, la explotación del petróleo estaba sobre todo en manos de una compañía inglesa, El Águila, aunque también había empresas norteamericanas. Cárdenas previo magistralmente la importancia que tendría el petróleo no sólo en el contexto inmediato que se avecinaba sino en el futuro. Expropiar el petróleo no sólo equivalía a asegurar el desarrollo del país, sino que era un acto antimperialista que sentaba precedentes importantes. En su discurso del pasado sábado 18, el Presidente López Obrador repasó la historia de aquellos días y mostró el comportamiento infame de la derecha a la que él se refiere como “los conservadores”. Le faltó en ese repaso mencionar que esa derecha se opuso también al programa educativo del General Cárdenas que este denominó “socialista” causando el pánico en sectores de una derecha radical que incluso decidió establecer la primera universidad privada de México para “combatir al comunismo”. Así mismo, la llamada Guerra Civil Española había estallado el 18 de julio de 1936 configurándose un eje fascista entre Alemania, España e Italia al que después concurrió Francia a través del gobierno pelele de los alemanes que encabezó Philippe Petain, período que pasó a la historia como “la Francia de Vichy”. Lázaro Cárdenas entendió aquellos  tiempos como medulares para configurar el futuro no sólo de México sino de América Latina y El Caribe y en ese contexto se adelantó a los acontecimientos con la expropiación petrolera que tendría su secuela en la solidaridad con la República Española y la acogida a los combatientes antifascistas que buscaron y hallaron refugio en México. Sin duda todo ello es importante de no olvidar. Sin embargo, considero que lo medular del discurso de López Obrador fue hablar claramente de la sucesión presidencial demostrando paralelismos entre el presente y el pasado en ese contexto. Desde el punto de vista antropológico, es notable el esfuerzo del actual Presidente por introducir una nueva cultura política que implica que el tradicional “destape” ocurra sin tapado y a la luz del día: lo hizo en el zócalo de la ciudad de México, ante la mirada del país y sin que el Jefe del Poder Ejecutivo sea el Gran Elector. Sentados en el Presidium estaban los personajes que el mismo Presidente llamó “corcholatas” de entre quienes saldrá el candidato para continuar la llamada Cuarta Transformación (4T). En los tiempos de Cárdenas, había un personaje que descollaba por la cercanía con el General como amigo, confidente y coincidente políticamente. El General Francisco J. Mujica, además paisano del Presidente Cárdenas del Río. Tema delicado el abordado por López Obrador pero que se entiende como parte de ese propósito de cambiar la cultura política dominante en el país. Los paralelismos son claros: hoy, una de esas corcholatas es la que está mejor identificada ideológicamente con el Presidente mientras que otra de ellas es su paisano y amigo de décadas. El Presidete trató de explicar por qué Lázaro Cárdenas no se inclinó por su amigo y colega ideológico, el General Mújica, sino que escogió a una figura como Manuel Ávila Camacho, miembro de una añeja oligarquía poblana. De hecho, es una pregunta que se han hecho muchos analistas e historiadores. Cárdenas sorprendió al país con su designado. Según López Obrador es la derecha mexicana la responsable de esa decisión al amenazar al Presidente Cárdenas con una sublevación que causaría el caos en tiempos tan difíciles como aquellos. No fue la presión norteamericana porque gobernaba ese país Franklin Delano  Roosevelt al que López Obrador nombró “gran estadista y el mejor Presidente que ha tenido los Estados Unidos”. Fue una derecha que desde el día en que Cárdenas asumió el poder, inició una feroz campaña de desprestigio buscando incluso la intervención de los Estados Unidos. El Presidente López Obrador hacía así una comparación entre coyunturas del pasado y las del presente, para advertir a la derecha que no pasaría lo que sucedió en tiempos de Cárdenas: no cederá ante la impresionante campaña actual en contra del Gobierno de la 4T. Hablando del pasado, López Obrador se refería al presente.  Por supuesto, la coyuntura actual presenta su propia complejidad, incluyendo decisiones del Gobierno que son de preocupar y de las que no puede abjurarse de analizar. Con todo ello, el Presidente López Obrador dijo con claridad que la continuidad “con cambio” está asegurada, lo cual quiere decir que quien lo suceda será el candidato o candidata surgido de Morena, después de una elección en la que el Jefe del Ejecutivo se comprometió no intervenir. López Obrador señaló que Lázaro Cárdenas forjó una estrategia que incluyó, primero, la reforma agraria que repartió la tierra a millones de campesinos; segundo, el impulso a una organización popular que se concretó en la Confederación Nacional Campesina y la Central de Trabajadores Mexicanos; y el gran cierre de esa estrategia: la expropiación petrolera para consolidar la soberanía nacional. Siguiendo  esa lógica, habrá que observar cómo terminará el período actual de gobierno con pendientes como la masacre de Ayotzinapa y lo que falta del juicio a Genaro García Luna. Y algo muy importante: con respeto indudable a la persona de Lázaro Cárdenas, advirtió López Obrador que de ninguna manera cederá a la derecha, a los conservadores, el gobierno y el control del Estado. Porque inmediatamente después de Lázaro Cárdenas, fue Manuel Ávila Camacho quien inició el desmantelamiento de la Revolución Mexicana de 1910, desmantelamiento que alcanzó momentos culminantes en el período de Miguel Alemán Valdez. Lo cierto es que en el escenario nacional no se observa un proyecto alternativo de la derecha sino una campaña que incluye a casi toda la prensa y que se manifiesta todos los días. Pero no se ve un liderazgo ni un programa alternativo que pudiera atraer a un electorado que con la enorme concentración en el zócalo demostró la fuerza de la 4T.

Veremos qué sucede en el lapso faltante para el término de este período de Gobierno. Se vienen días intensos. Sin duda, los escenarios del país están también ligados a una América Latina y Caribeña que se muestra en pleno movimiento, con los pueblos indígenas y las luchas de las mujeres al frente. En todo ello, el análisis seguirá siendo vital, necesario, y ello implica seguir de cerca los acontecimientos. Lamento que en ello no contemos más con la voces de  Carlos Payan y de Enrique Florescano.

Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. A 20 de marzo, 2023

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