El Estilo Personal de Gobernar

Claudia Sheinbaum. Foto: Archivo

El encabezado de este texto toma en préstamo el título de uno de los libros más leídos por mi generación escrito por Don Daniel Cosío Villegas, historiador y analista político, inventor del término “politólogos” para referirse a los profesionales de las ciencias políticas. Algunas biografías de Don Daniel afirman que fue sociólogos, diplomático, economista, politólogo y solo les faltó, antropólogo. Lo cierto es que Don Daniel-como le decíamos en mi generación-ha sido uno de los académicos más brillantes en el siglo XX mexicano. Había nacido el 23 de julio de 1898 en el añorado D.F. para morir allí mismo el 10 de marzo de 1976. Entre los muchos legados de Don Daniel está el haber contribuido al asilo de los republicanos españoles en México, haber fundado el Fondo de Cultura Económica, la Facultad de Economía en la UNAM (de la que fue su primer Director), y haber escrito muchos textos que siguen siendo básicos, entre los que sobresalen los análisis sobre el Porfiriato y la Historia Moderna de México. Pero los textos que leímos más en los años estudiantiles en la ENAH fueron El Sistema Político Mexicano y El Estilo Personal de Gobernar, que si recuerdo bien fueron editados por Joaquín Mortiz. En esos libros, Don Daniel analizó a la figura del Presidente de la Republica como la pieza clave del Sistema Político Mexicano. La propuesta de Don Daniel es que los presidentes de México más que gobernar institucionalmente lo hacer personalmente. Muy interesante. La otra pieza de ese sistema era un partido político hegemónico-diría Antonio Gramci-del que el Jefe es el mismísimo Presidente de la Republica. Por supuesto, entre las atribuciones ilimitadas del Presidente de la República en el contexto de aquel Sistema Político Mexicano estaba el de elegir a su sucesor, acto al que se conoció como “el dedazo” al que estaba asociado “el tapado”, que sólo era destapado cuando el Presidente daba la señal y ocurría lo que Don Daniel bautizó como “la cargada”. Fueron rituales que vivimos por años y en contra de los cuales, entre otros factores, protestamos los estudiantes en 1968. De todo ello me acordaba mientras escuchaba a Andrés Manuel López Obrador decir que se terminaba el dedazo, el tapado, la cargada y la facultad extra legal del Presidente de señalar a su sucesor. Cierto que Don  Daniel ya había anunciado que ese poder omnívoro que tuvo Plutarco Elías Calles, se iría acotando. Aquel poder que ejerció Calles como “El Jefe Máximo de la Revolución” llevó a esa anécdota que alguna vez ha mencionado López Obrador: se cuenta que en una ocasión el Presidente Calles preguntó a sus ayudantes qué hora era y la respuesta fue “las que Usted quiera Señor Presidente”. Todo eso, se supone, ha quedado atrás precisamente a lo largo de este sexenio. En efecto, Claudia Sheinbaum venía encabezando las encuestas como favorita para ser electa candidata a la Presidencia de la República, más allá de las simpatías del Presidente. Incluso el periódico Reforma, de notoria hostilidad hacia la llamada Cuarta Transformación y hacia la persona del propio Presidente López Obrador, publicó encuestas de su propio sistema que otorgaban amplia ventaja a  Claudia Sheinbaum sobre cualquier otro contrincante, ya sea de su propio partido o de los adversarios. Así que no fue sorpresa que ganara los comicios internos de su propio partido. Pero un hecho notorio fue el traspaso del “bastón de mando” que hizo López Obrador al entregarlo a la lideresa que ahora encabeza al Movimiento de la 4T. Estamos por ver qué alcances tendrá ese acto. Además de lo obvio, de que Claudia Sheinbaum será la primera mujer que será elegida como Presidente de México, también veremos qué cambios en el “estilo personal de gobernar” tendrá ese hecho. La líder de Morena y de la 4T viene de los linajes que se desprendieron  del movimiento estudiantil de 1968. Era muy pequeña, quizá 8 años, cuando los estudiantes salimos en masa a las calles a protestar por el estado del país, la represión, la desigualdad social, el autoritarismo y en una palabra, la farsa que era la “democracia” en México. De ese Movimiento se desprendieron los que buscaron el cambio social por la vía de las armas o aquellos que escogieron la vía de las luchas partidarias o el encabezar movimientos sociales particulares. Por supuesto el feminismo cobró un notable ímpetu a partir del Movimiento Estudiantil de 1968. Claudia Sheinbaum creció en el seno de una familia que se inclinó a la izquierda y escuchó en su propia familia lo que pensaba una de las corrientes izquierdistas que existen en México. Sólo tenía 15 años cuando asistió a su primer mitin a escuchar a Doña Rosario Ibarra de Piedra que tanta presencia tuvo en las izquierdas mexicanas a raíz de que le desapareció el Estado a su hijo. Claudia Sheinbaum llegó a la Universidad siendo ya una convencida de los planteamientos que han caracterizado a las izquierdas-que no son un bloque homogéneo-y no tardó en militar en los movimientos estudiantiles posteriores al 1968. Le tocó un período en el que las luchas de las mujeres han avanzado notoriamente, tanto, que hoy México está a punto de tener a una mujer como Presidenta, algo impensable hace solo 10 años. Creo que no es equivocado enmarcar ese hecho en el contexto de las luchas feministas que además enseña que las ideologías no tienen género, pero que el actuar político adquiere matices importantes tratándose de líderes políticos hombre o mujer. Se puede o no estar de acuerdo con la 4T pero no cabe duda que los tiempos actuales son muy interesantes y eso lo viviremos en los próximos días y años. Que sea para bien del país y con la esperanza de que se avance significativamente en la lucha social contra la desigualdad y la injusticia, lastres que aún existen en este México nuestro.

Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. A 9 de Septiembre de 2023

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