A 55 años: no se olvida

2 de octubre no de olvida…

A 55 años de ocurrido el Movimiento Estudiantil de 1968, no se olvida. Es una frase que se pronunció por los jóvenes estudiantes a raíz de la represión del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco en la Ciudad de México. Una amplia bibliografía da cuenta de aquellos años en los que la juventud mexicana se unió a las movilizaciones estudiantiles que ocurrieron en el planeta. En esta ocasión, me refiero a algunos puntos que considero importantes de tener en cuenta a tantos años de aquellos sucesos que conmovieron al país. Son los siguientes:

  1. En ningún centro de educación superior o media superior de la Ciudad de México, los estudiantes estaban planeado un Movimiento generalizado para protestar por la situación del país. Ni siquiera había comunicación expedita entre los estudiantes de los centros universitarios, tanto públicos como privados. Es más, la rivalidad era lo que predominaba sobre todo entre los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y los de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Dicha rivalidad se expresaba con gran intensidad en las ocasiones en que los equipos de futbol americano de ambas instituciones se enfrentaban en alguno de los estadios de esos planteles. Esa rivalidad se extendía a las Escuelas Vocacionales del IPN y las Preparatorias de la UNAM. No fueron escasas las ocasiones en que la avenida Insurgentes de la Ciudad de México sufría de vandalismo cuando perdía el equipo de la UNAM y los aficionados salían a demostrar su enojo desquitándose con las instalaciones públicas de la avenida más larga de la Ciudad de México. Justo el acontecimiento que hoy es posible clasificar como “antecedente” o “detonador” del Movimiento Estudiantil de 1968 fue el juego callejero de futbol americano entablado entre estudiantes de las vocacionales 2 y 5 del IPN y la Preparatoria privada Isaac Ochoterena que estaba incorporada a la UNAM. De allí en adelante los sucesos muestran con claridad la voluntad del Estado-o de un grupo de los círculos de poder- para provocar una revuelta estudiantil.
  2. No existía entre los estudiantes de los centros de educación superior y media superior, tanto públicos como privados, de la Ciudad de México, ninguna animosidad en contra de la celebración de las Olimpiadas de 1968. Al contrario, había gran expectativa por ver a los mejores atletas del mundo compitiendo en suelo mexicano. El entusiasmo era patente. A ningún grupo estudiantil se le había ocurrido organizar un movimiento en contra de las Olimpiadas. Ese fue un argumento que usó Gustavo Días Ordaz, Presidente del País, para justificar la represión.
  3. El Movimiento fue claramente provocado, quizá desde la Secretaría de Gobernación, como una estrategia en la lucha por el poder, y en particular, en la disputa por la Presidencia de la República. Allí están los datos para demostrarlo: el excesivo uso de la fuerza usada contra los estudiantes de las vocacionales el día23 de julio de 1968, fecha en que el Cuerpo de Granaderos de la Ciudad de México golpeó a diestra y siniestra a los jóvenes en el interior de sus planteles. Esa represión continuo el 26 de julio, día en que la Central de Estudiantes Democráticos organizaba la Marcha de Solidaridad con el Pueblo de Cuba que coincidió-¡feliz coincidencia y sospechosa coincidencia-con la organizada por la Federación Nacional de Estudiantes Politécnicos cuyos dirigentes respondían al Gobierno Federal. No había relación alguna entre ambas manifestaciones, la de los estudiantes politécnicos para protestar por la represión, y la de los estudiantes de la Central Democrática que celebraban el triunfo de la Revolución Cubana. Es más, de manera sospechosa ambas manifestaciones contaban con los permisos expedidos por el entonces Departamento del Distrito Federal que presidía Alfonso Martínez Domínguez. Los estudiantes del Politécnico planeaban salir de sus planteles y terminar en el Zócalo; los estudiantes que convocó la Central Democrática se reunirían en el Hemiciclo a Juárez, escucharían a los oradores y se dispersarían. No hubiera pasado nada sino hubiese sido porque los granaderos agredieron con furia inusitada a los estudiantes politécnicos que huyendo dieron en llegar al Hemiciclo a Juárez en donde se reagruparon y junto con los universitarios intentaron llegar al zócalo. Pero los Granaderos los reprimieron con saña hiriendo a muchos estudiantes y provocando, como era de esperarse, el enojo de la grey estudiantil.
  4. La provocación mayor ocurrió en la madrugada del 30 de julio de 1968 cuando el ejército soltó una bazuca contra las puertas históricas de la Preparatoria Número 1 situada en pleno centro de la Ciudad de México. El proyectil hizo añicos a la puerta y fue una fortuna que no matara a nadie.
  5. El suceso conocido como “El Bazucaso” provocó la convocatoria del Rector de la UNAM, Ing. Javier Barros Sierra para efectuar una marcha de protesta por tamaña violación a la autonomía de la Universidad. Esa marcha se llevó a cabo el 1 de agosto y contó con la participación de los estudiantes politécnicos y de paso dio el final a la rivalidad entre los estudiantes de ambas instituciones. Ese día, me parece, puede verse como la fecha de inicio del Movimiento Estudiantil de 1968.
  6. La represión de Tlatelolco fue la culminación de la provocación gubernamental en el contexto de ese forcejeo por la Presidencia de la República. El mitin se llevó a cabo en ese lugar porque se convocaba para llamar a los estudiantes a una tregua, dejar que pasaran las Olimpiadas y regresar a clases. Se pensó que no habría represión en un lugar habitacional de alta densidad demográfica. Pero no fue así. Los disparos vinieron del llamado “Batallón Olimpia” y ¡que casualidad! Le dieron en un hombro al General José Hernández Toledo que se desplomó y con ello dio inicio una balacera que mató a cientos de estudiantes mientras muchos fueron detenidos y llevados a las cárceles.

Años después de los terribles sucesos del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas, se publico un muy importante libro: Julio Scherer García y Carlos Monsiváis, Parte de Guerra. Tlatelolco 1968. Documentos del General Marcelino García Barragan: los hechos y la historia.  México, Editorial Aguilar, 1999. Aquí reproduzco el texto de la contraportada del libro: “Parteaguas de la historia contemporánea de México, 1968 ocupa un sitio privilegiado en el árbol genealógico de la disidencia por el heroísmo, la alegría y el desenlace trágico del movimiento estudiantil, y también por la atroz represión sin sociedad que la contuviera, y por la impunidad judicial y política que rodeó y sigue rodeando a la matanza. Disponemos sobre el 68 de libros fundamentales, pero hacía falta conocer, del modo más puntual posible, la perspectiva gubernamental de aquellos días aciagos y la mentalidad que produjo la tragedia: si una parte de los actores del drama se sentía viviendo una gran lucha social, la otra, la regida por el presidencialismo, se sentía en plena guerra. Este libro subsana tal carencia y su base documental desnuda, por fin, el comportamiento real del gobierno. En su primera sección, Julio Scherer García relata cómo le fueron entregados los documentos del Marcelino García Barragán y traza un retrato magistral de las principales autoridades de la época y de su papel durante el movimiento, y aún en los meses y años que siguieron. A continuación se reproducen los partes del General Brigadier José Hernández Toledo (que dan cuenta de las misiones cumplidas de julio a octubre de 1968 por el Batallón de Fusileros Paracaidistas) y los documentos del entonces Secretario de la Defensa Nacional, General de División Marcelino García Barragán, que describen la actuación de las fuerzas armadas en el conflicto. Finalmente, Carlos Monsiváis ofrece una crónica definitiva del Movimiento y reexamina, a la vista de las pruebas documentales, lo que fueron aquellos hechos: nuestra historia.”

Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. A 1 de octubre, 2023

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