Esta guerra no es nuestra

 

Tristes Guerras

Tristes guerras, si no es amor la empresa.

Tristes, tristes.

Tristes armas si no son las palabras.

Tristes, tristes.

Tristes hombres si no mueren de amores.

Tristes, tristes.

Miguel Hernández

 

Se habla de guerra, de conflicto, de cifras, pero no hablamos de quienes sufren de lo que es, y es mi postura, de una guerra que no es nuestra. Para el gobierno federal, es un conflicto que no afecta las cifras sobre seguridad porque han preferido ver el vaso sin agua, qué importa si está medio lleno o medio vacío, pues parece que lo que menos importa es lo que vivimos cada día.

Ni el turismo llegará como lo hacía antes, y la guerra por la entidad va cobrando víctimas; ya en las regiones como la selva en donde el EZLN, ahora rescata lo más que pueda. Ellos, los zapatistas del EZLN prefieren verse desde el ejercicio de la autonomía, sin reconocer (se), cómo en tiempos de capitalismo no-humano, sufrimos las consecuencias de la violencia y de la lucha por territorio y posición estratégica, desplazando sus zonas de control.

Las organizaciones del movimiento campesino (viejo), prefieren la rebatinga electoral, ya no hay oposición y si la hay, tiene las mismas formas aprendidas en el régimen que no llega a ser nuevo, y es tan viejo que ya lo de la transformación es mera retórica.

Pero volvamos a la guerra de Chiapas, que, por cierto, tampoco es civil, es decir, entre las y los ciudadanos de Chiapas que pelean entre sí, sin dejar de pensar en las armas de los grupos de civiles (sic), armados, y que, en varias partes de la entidad, enfrenta en ventaja a quienes estorban a sus planes de poder, o saber qué, la muerte en Chiapas parece que si tiene permiso.

Patrullajes

Más bien las víctimas las pone el pueblo, la sociedad ya sea por las adicciones, ya sea por la violencia de los carteles de droga. Somos testigos de bloqueos, de un control cada vez más grande de parte de los carteles, en particular el del llamado Sinaloa, quien trata de limitar a pequeños espacios al cartel rival. Ambos carteles solo ven la respuesta armada, violenta, secuestrando a personas, jóvenes, a quienes ven como parte del enemigo.

Una guerra o las guerras son de varias formas: la guerra de Chiapas, en algún momento la anunció el subcomandante Marcos, son en todo caso, un nuevo tipo de guerra.

No es la que produce Israel contra Hamas, los carteles se enfrentan por controlar no solo la entidad pues así de grande es su tirada; es una guerra por tener sicarios, dinero, ganancias, territorios, y una cultura social que les de legitimidad.

Esta guerra es por territorio, el cual tiene riqueza presenta y futura. Los carteles son empresas de tipo capitalista, tiene una base social, basada en dinero para quienes deciden o son obligados a realizar las actividades encomendadas; unos lavan dinero, otros se dedican a esas empresas, otros más siendo sicarios y halcones.

Estos carteles son exitosos por la asociación con la política. El dominio sobre el territorio es porque tienen compradas a instituciones como el ejército, policías, regidores, migración. Esta guerra cuenta con las amenazas a quienes pueden colaborar y si no lo hacen corren riesgos sus vidas.

Hace apenas unos días fue asesinado el maestro y miembro de la comunidad de Chicomuselo, José Artemio López Aguilar. Leyó lo que se podría decir, la declaración de quienes marcharon ese día, 12 de octubre de 2023. Cada año se conmemora la llegada de España a lo que hoy se le llama América, fue el primer paso para conquistar a pueblos que ya tenían historia.

Así como se ha colonizado, esta guerra, quizá de nuevo tipo, ya que se puede ver el armamento que viene de los lugares desde donde se fabrica y trafica, miles de armas y que son en gran parte responsables de los miles de víctimas.

El contexto de esta guerra es de una sociedad pobre que ha tenido que emigrar fuera de la entidad, una gran mayoría ahora lo hace a los Estados Unidos, pero requieren dinero para “engancharse” a los polleros, por lo que piden prestado, entre 200 a 250 mil pesos, es decir, ha crecido un agiotismo que cobra intereses de más del 20, 30, 40 por ciento, dependiendo de quien pide el dinero prestado.

En esta guerra se cobran las deudas con tierra, con la vida, y a pesar de ello, no son pocos los jóvenes que esperan cumplir 18 años para emprender una vía que no siempre termina en algún campo, o fábrica.

En esta guerra, de nuevo tipo, lo que importa es que el dinero compara personas, incluyendo a la política y a sus actores (de todo tipo).

En Amantenango de la Frontera

No es solo la frontera como tal, es la entidad, la región y sus rutas, que son cada vez más sofisticadas, que ni la militarización ha sido ni será la respuesta.

Esta guerra no es nuestra, no la queremos, pero no pasa por no desearla, pues no la hemos hecho en Chiapas, pero requiere de todas las voluntades, de todas las fuerzas y actores sociales que coincidan que todavía tenemos para detener la barbarie y luchar por la vida.

 

Correo electrónico: ggonzalez@ecosur.mx

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