
La sombra del colonialismo en Nuestra América
El texto de José Martí, Nuestra América, se publicó en Nueva York el primero de enero de 1891. Es uno de los textos más importantes e influyentes que un pensador latinoamericano haya escrito.
El texto de José Martí, Nuestra América, se publicó en Nueva York el primero de enero de 1891. Es uno de los textos más importantes e influyentes que un pensador latinoamericano haya escrito.
Celebro la continuación de la Feria Internacional del Libro Chiapas-Centroamérica que tendrá lugar en Tuxtla Gutiérrez en la semana del 16 al 20 de octubre próximo.
Al leer a Juan Rulfo disfruto el lenguaje jalisciense, la remembranza de la adustez del llano, de la tierra seca uraña de lluvia. Percibo en Rulfo la preocupación por la memoria como escondrijo de la vida
En la opinión de varios especialistas en el análisis de la literatura latinoamericana como Gabriela Mora, Lucía Melgar, Emmanuel Carballo, Carlos Landero o Rafael Cabrera, el llamado “realismo mágico” se inicia con Los recuerdos del porvenir (1963) de la escritora guerrerense Elena Garro.
Tuxtla Gutiérrez es una ciudad reconstruida, como si hubiese sido bombardeada, y de la nada, surgen los nuevos perfiles urbanos.
La librería debe persistir como un faro de luz en medio de la oscuridad reinante en un país que como el nuestro navega en las tinieblas. Es insólito que se tenga que luchar para preservar un ámbito como el de la librería José Emilio Pacheco. Deseo larga vida a esa librería convertida en terreno de la inteligencia, de la discusión libre y de la difusión cultural. José Emilio Pacheco se sentiría honrado de verla y de disfrutarla.
Chivas era el nuevo campeón del futbol mexicano. La noche alrededor de la Minerva fue de apoteosis, con una multitud que convivió con los jugadores, el dueño del equipo, el entrenador Matías Almeyda erigido en héroe salvador después de años de tribulaciones.
Mientras los asesinatos se multiplican, mientras los periodistas siguen recibiendo seguridades de que se les protegerá, las balas de los asesinos no descansan y los estadios de futbol se llenan con un público ansioso de presenciar un espectáculo en el que ponen su confianza.
Platiqué largo y tendido con el Ratón Macías, incrédulo de hacerlo y emocionado. Le describí cómo habíamos escuchado mi padre y yo la pelea contra Halimí y la angustia que asalto tras asalto nos hizo pasar. Me escuchó el Ratón, en ratos sonriente, disfrutando la comida. Al finalizar mi descripción, me dijo: “Más sufrí yo con los chingadazos”.