El inocente y el ladrón/ última de diez partes

Reflexiones

Por Alfredo Palacios Espinosa

Decía Shakespeare que “el primer paso para comenzar a caminar por los ámbitos de la política, no está en la lectura de los tratados de los politólogos sino en el conocimiento del teatro”. En efecto algunos políticos contemporáneos pasaron directamente de la farándula al oficio político como Ronald Reagan o Evita Perón, por mencionar a unos, que se hicieron de un reconocimiento teatrero antes de buscar el poder público y no lo hicieron mal, a decir de sus coterráneos; sin embargo, en el afán del colectivo chiapaneco de hacer todo al revés y de vivir evocando la popularidad de otro gobernante del mismo nombre, ante la falta de nuevas figuras, guardando la distancia en la comparación, Juan José Sabines, con esa capacidad simuladora y la vehemente necesidad de aplausos y falsos reconocimientos, usufructúo el nombre del otro Juan y en lugar de hacer política hizo del oficio político una pésima representación teatral, convirtiendo al gobierno de la entidad en una larguísima temporada farandulera y dispendiosa de seis años con la pretensión de extenderse por otros años más, sin importarle desgastar el nombre de su padre y de su tío poeta en esa farsa grotesta de seis años.

Ahora bien, lo deseable y conveniente para la vida política, social y económica de esta atropellada entidad es que Juan José salga del closet en que ha venido escondiéndose, primero en la comodidad de su emporio acapulqueño y ahora en el consulado mexicano en Orlando, Florida, para que deje de asumirse como director de escena encubierto, enviando el script y el guión coreográfico a sus comparsas incrustadas actualmente en los poderes del estado para que se muevan, actúen y digan lo que a su interés convenga. Por el contrario debe venir a responder por el colapso financiero y político en que dejó a la entidad. Que deje en paz al gobierno actual y sociedad de Chiapas, y que de una buena vez se asuma como la gran revelación productora de espectáculos y telenovelas y compita con Salvador Mejía, Juan Osorio, Rosy Ocampo o con quienes financió al 100% telenovelas, programas televisivos de belleza, artísticos y deportivos y desarrolle esa vocación artística en Televisa o TV Azteca en donde invirtió suficiente tiempo y recursos del estado a lo largo del sexenio. Que continúe con su vocación farandulera, pero no con los recursos del estado, sino con los vastos recursos que posee. Los ejecutivos de estas televisoras le deben esa atención y mucho más por lo que ahorraron y se llevaron de la riqueza de esta entidad.

En fin, para decirlo con palabras de Octavio Paz: «Es lamentable que la política actual haya degenerado en espectáculo pero, si he de ser sincero, lo que deploro no es tanto la teatralidad sino la vulgaridad», en efecto, esto es lo lamentable del paso de este gobernante por el palacio de gobierno que no nada más engañó a la gente, sino que además sedujo con una actuación burda y ridícula a la gente pensante, empresarial y dirigente quienes, por conveniencia, simularon sumisión y guardaron silencio a cambio de migajas.

Cuando los excesos de este gobernante fueron más allá de lo obvio y los atropellos amenazaron la tranquilidad de personajes y familias privilegiadas, otrora aliadas o asociadas en negocios oscuros, en detrimento del erario estatal, de la salud y bienestar de la sociedad y que, en un primer momento, guardaron silencio y justificaron la persecución y los abusos de poder por así convenirles, al sentirse amenazados en carne propia prefirieron mudarse de domicilio: unos al D.F. o al extranjero y ceder la parte de capital de la empresa que tenían en sociedad con este gobernante que le puso el ojo a las empresas que proveían o prestaban servicios al propio gobierno, exigiéndoles peajes y comisiones exageradas hasta imponerles la participación directa en la desesperada ambición de enriquecerse. Fue así como no se salvó ninguno: constructores, proveedores, prestadores de servicios fueron víctimas de la delincuencia organizada encabezada por este Sabines. No se salvó ni el equipo de futbol Jaguares, del que, supuestamente, el gobierno del estado era el socio mayoritario. Al final vendió y se quedó con el recurso obtenido. Nada ni nadie se salvó del pillaje sabinista, salvo aquellos que supieron adularlo. Los afectados olvidaron que la pasividad es la renuncia a la acción y con eso también renunciaron a su libertad para que el delincuente mayor con familia y pandilla avasallara y se apoderara de todo.

Creo que dentro de las asignaturas pendientes para los habitantes de esta entidad, está la de definir nuestra identidad, haciendo consciente tanto las virtudes y las fortalezas como las debilidades y defectos que tenemos, para identificar lo que nos impide avanzar como colectivo y nos hace presa fácil de simuladores metidos al oficio político. Debemos dar el gran salto para que la entidad deje de ser presa de gobernantes surgidos de las mismas familias que, desde hace más de doscientos años disputan las, cada vez más menguadas, riquezas de la entidad.

Reconozco que este sátrapa logró involuntariamente al final de su sexenio, unir a los chiapanecos para condenar sus excesos. Sin embargo, sumido en la nostalgia por el poder y creyéndose con suficiente fuerza, recursos y cinismo, creyéndose ave que cruzó el pantano sin mancharse las alas, sorprendió a todos presentando una demanda judicial por daño moral en contra de un medio periodístico y de sus columnistas, por las verdades publicadas al concluir su mandato. Las preguntas surgieron: ¿qué buscó Sabines con esta demanda a sabiendas que no prosperaría?, ¿quiso obligar al actual mandatario a confrontarse con este periódico?, ¿quiso probar la lealtad hacia él o está de acuerdo con el actual Procurador para algo oscuro? Porque nadie cree que esta aparición sea un simple deseo de notoriedad ni un arrancón de burro viejo o simplemente el aviso para los que denunciamos sus delitos. Algo trama el perverso de Juan José.

Algunos amigos que guardaban relaciones con este gobernante, durante mi detención mandaron a decirme inocentemente que escribiera una carta para este hombre ponderando mi trabajo como educador y como colaborador en el trienio que gobernó el viejo Juan Sabines Gutiérrez y que ellos se la llevarían personalmente. Invariablemente mandé a agradecerles, diciéndoles que ese ofrecimiento lo tuve de parte del juez de la causa desde los primeros días, antes que me dictara el auto de formal prisión y que no haría tal cosa, porque en el fondo quería humillar a sus oponentes publicando cualquier petición de clemencia; por lo que, por supuesto, no tuve ninguna duda de mi respuesta, convencido de no darle el gusto de verme pisotear mi dignidad.

De esta experiencia aprendí que no hay peor ser humano que un gobernante ensoberbecido y ensordecido de poder y vanidad, que toma decisiones llevado por la ira y el odio, en estado de embriaguez y atrapado en el consumo de drogas y liviandades, aunque ahora, esos vicios y debilidades humanas, parezcan ser los requisitos indispensables para ascender al poder político. Los jóvenes de hoy, metidos a este oficio, parecen desesperados por obtener el poder cuya única finalidad es enriquecerse de manera rápida.

Es interesante la metamorfosis de medios y dueños con sus propias estrategias empresariales para asegurar la continuidad de sus abultados ingresos marcando la transición de un sexenio a otro. Al igual que los circenses que demuestran su habilidad montándose de un caballo en movimiento a otro que empieza a trotar. Siguiendo esta estrategia, en su momento presionaron a Sabines en los días finales del sexenio que veía como se diluía el poder, cuestionando generalidades de la enorme deuda que dejaba, sin condenarlo, con la única finalidad de cobrarle las cuentas millonarias pendientes por concepto de publicidad, antes de que se fuera. En contraparte, con el nuevo gobernante, afilaron sus uñas, adulándolo y compitiendo entre sí para ganarse el afecto del nuevo príncipe y si éste, se los pide, empezar a enlodar al que se va, sacándole las historias de infamia que se guardaron por seis años, para cumplir con la clásica expresión de: ¡Muera el rey, viva el rey! Cosa que hasta ahora no se ha visto porque no hay voluntad del actual gobernante en exigirle cuentas.

Con suficiente propaganda, como siempre hacía cuando anunciaba alguna de sus ocurrencias, una mañana, con bombo y platillo, anunció la cancelación del arraigo en Chiapas, por ser una figura anticonstitucional, pero se cuidó de decir que el arraigo se terminaba únicamente en las casas que el gobierno rentaba para este efecto, porque ya no tenía para seguir pagando el alquiler de esas casas. Ahora convertía en centros de detención los domicilios particulares de los detenidos.

Quienes contribuyeron al saqueo y persecución y quedaron en los ayuntamientos municipales y en los Congresos locales y nacionales y en los órganos de fiscalización para seguir encubriendo a un gobernante que marcó un grave retroceso para la entidad, algún día responderán a esta traición, muy a pesar de que tengan la convicción de que la gente de este estado no tiene memoria y que pronto olvida a quiénes lo saquean.

Los que concentraron riquezas: los del poder público, los medios de comunicación, el sistema de justicia, entre otros, que sirvieron de instrumentos represivos y antidemocráticos en ese sexenio, deben contribuir, para no matar a la gallina de los huevos de oro, a la reconstrucción de esta devastación porque no podemos esperar que la madre naturaleza o que la divina providencia reconstruya el tejido social, económico y político, mientras los chiapanecos permanecemos indiferentes. Ya vimos lo que sucede cuando dejamos que fuereños vengan a gobernar para sus propios intereses. Toca a los chiapanecos decidir por la participación o la inacción, la memoria o el olvido, recordando a Octavio Paz: «Nuestro servilismo ante los poderosos (sobre todo si son extranjeros) y el desprecio por lo nuestro, revela que no tenemos ninguna estimación por nosotros mismos». Actualmente un amigo mío me cpmentó que realiza un estudio sociológico sobre la forma de ser de los chiapanecos a partir de esta pregunta clave: ¿Por qué nos odiamos tanto los chiapanecos? Ojalá pronto veamos publicada esta investigación porque seguramente encontraremos respuestas a este tipo de gobernantes que recibimos a dos manos y después lo lamentamos.

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En las redes sociales circuló la verdadera realidad de la Torre Chiapas como un monumento a la corrupción de ese gobierno, dejando entrever entre telones los nombres de los verdaderos dueños de esa gran construcción hecha con recursos públicos, supuestamente para albergar a diferentes oficinas de gobierno que funcionaban en edificios rentados y que con esta obra el gobierno se ahorraría el costoso alquiler. Ni lo uno ni lo otro. Esta construcción debía llamarse La Torre Sabines para estar a tono con la megalomanía, despilfarro y corrupción de un gobierno que nos dejó en la miseria, aunque ya es tiempo, sin llegar al extremo de la purga cultural china, de empezar un proceso de desabinización de la vida política, social y cultural de Chiapas.

Los últimos dos meses de la gestión de este mal gobernante fueron críticos para su acomplejada personalidad, mientras inauguraba calles con los nombres de su familia y de políticos ajenos a Chiapas, de estatuas, museos y exposiciones permanentes para satisfacer su ego, pueblos y organizaciones empezaron a salirse de control para evidenciarlo como el más corrupto gobernante de Chiapas. La reacción de la sociedad inició con la inconformidad por el desaseo poselectoral como el de Motozintla para hacer triunfar a sus incondicionales. Los bloqueos de las organizaciones sociales, las invasiones a la propiedad privada, las movilizaciones estudiantiles, las inconformidades de los trabajadores por la falta de recursos para pagar salarios y la gratificación de fin de año aumentaron. Las protestas por más préstamos para pagar salarios y facturas a proveedores y las acusaciones cada vez más frecuentes por las redes sociales denunciando el gran saqueo cometido, lo mantenían histérico, haciendo hasta lo imposible para pararlas. Gente de todas partes del estado, cansados del silencio impuesto y de las amenazas en las fuentes de trabajo o en seguridad personal, alzaron la voz. Los líderes de organizaciones independientes acostumbrados a no callar poco les importó exponerse a que los encarcelara o matara, evidenciando cada día más la ausencia de gobierno. La larga y virtual luna de miel sostenida con engaños, aunque tarde, llegó a su término. Por fin, aunque tardíamente, Chiapas despertaba de un letargo de seis años. Por su parte, este mal gobernante, fiel a su costumbre, lejos de reflexionar en qué estaba fallando, empezó a buscar culpables, por lo que a punto estuvo de cancelar los arraigos y mandarnos nuevamente a El Amate, porque alguna de las “mentes brillantes” que mantuvo a su lado, sugirió la posibilidad de ser nosotros los que estábamos detrás de esas movilizaciones. Durante la primera quincena de octubre endureció la vigilancia en los arraigos, ordenando a los guardias un reporte diario de nuestras visitas y la grabación de las conversaciones telefónicas. Nuestros teléfonos hasta hoy día siguen intervenidos a pesar de vivir en otra administración, pero con las mismas prácticas de espionaje. No hay ningún sector de trabajadores que no se haya visto perjudicado por la falta de recursos. Entre los más afectados estaba la policía estatal y municipal por descuentos indebidos, cooperaciones obligadas y despidos injustificados por lo que me compartían su descontento ante la imposibilidad de hacerlo públicamente. 70 de los 122 ayuntamientos municipales se declararon en quiebra por no tener recursos para enfrentar compromisos. Cual más expresaba el deseo de que terminara pronto la pesadilla de este gobierno, con la esperanza de que el nuevo fuera diferente y sacara a la entidad del bache económico. A la gente le urgía poder decir como en el cuento de José Luis Castro Aguilar: ¡¡Uff que pinche sueño!!

Por mi parte, después de ese tiempo de dificultades someramente narradas, con mi amparo en la mano, lo primero que hice fue dar gracias a Dios y a los míos, por el apoyo recibido y ponerme en las manos del médico militar Gonzalo Santiago Tipac, especialista en problemas de la columna vertebral que me recomendó otro amigo médico militar Moisés Munch Navarro, para que realizara la tan pospuesta operación de mi columna de la que salí bien librado.

Hay mucho qué decir, pero creo que hay más por hacer y mucho qué ver hacia adelante. Con esta retrospectiva dejo constancia de una etapa de mi pasado, dolorosa pero de mucho aprendizaje, que me sirvió para conocer a la gente, fraguar y templar mi espíritu y fortalecer y valorar mi libertad. world map Con este ejercicio de memoria pongo punto final a esta historia de infamia para seguir adelante, lo que no significa renunciar al derecho que tengo de buscar la reparación del daño moral ante las instancias que sean necesarias ni a dejar de escribir sobre las historias de abusos del poder actual.

Cuando manifesté a mis amigos mi voluntad de escribir este testimonio algunos me trajeron a la memoria la actitud del gran Mandela cuando decidió darle la vuelta a tantos años de privación de su libertad, para que lo imitara, diciéndome que si seguía ocupándome de mi victimario seguiría siendo prisionero de éste mismo, sin embargo, creo que debo dejar este testimonio para propios y extraños, porque de no hacerlo, como uno de los afectados, ninguna otra persona se interesará en dejar constancia del atropello sufrido. Tampoco desestimo la posibilidad de recibir el vituperio en defensa del sátrapa aquí descrito por ese grupo a sueldo que mantiene en los medios.

Cierro este ejercicio memorístico con los versos perennes de mi amigo Enoch Cancino Casahonda:

y fue preciso

Que el caudal de los años se rompiera

Sobre mi triste vida solitaria,

Como la espuma en flor, de roca en roca,

Para saber que Chiapas no era sólo río

Para saber que Chiapas no era sólo estrella

Brisa, luna, marimba y sortilegio.

Abril del 2015.

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