El racismo es de otros

 

En la XVI entrega de los Latin Grammy destacó entre las actuaciones musicales la participación de los grupos mexicanos Maná y los Tigres del Norte, en especial cuando enarbolaron una pancarta, misma en la que se podía leer lo siguiente: “Latinos no voten por los racistas”. Mensaje aplaudido en medios de comunicación y redes sociales porque era una nítida referencia negativa a la candidatura republicana para la Presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica de Donald Trump. Magnate conocido por sus empresas que preside o fundó, como la Trump Organization y la Trump Entertainment Resorts, y quien en los últimos años también ha sido un personaje muy visible en el reality show llamado The Apprentice.

No cabe duda que el mensaje político de Donald Trump, extensamente ventilado en prensa, radio y televisión, es deleznable, por racista, aún más cuando él mismo es descendiente de inmigrantes. Su mensaje, dirigido a la presencia de personas de distintas nacionalidades en la realidad actual de su país, ha sido especialmente crítica con los llamados “latinos”, los procedentes de los países que se ubican al sur de los Estados Unidos, y que alude con mayor énfasis a los mexicanos, quienes representan el grupo mayoritario de dichos inmigrantes, aunque la tendencia parece estar revirtiéndose si se hace caso de los últimos datos estadísticos que hablan de una reducción del cruce de la frontera hacia el norte, produciéndose un paulatino retorno de mexicanos.

Dicho esto, llama la atención como desde un país como México, nada ajeno al racismo histórico y actual, todas las baterías se enfoquen a este personaje rocambolesco, con seguidores no cabe duda, llamado Donald Trump. Personaje tomado como chivo expiatorio, el judas que debe ser quemado para renovar a la propia sociedad y así eliminar todos los daños y maldades en la hoguera. Las piñatas de este personaje que ya están a la venta son un claro ejemplo de esta práctica.

Manos indígenas. Foto: Elizabeth Ruiz

Manos indígenas. Foto: Elizabeth Ruiz

Es imposible defender a un personaje como Trump, y mucho menos sus ideas, pero sería bueno no solo ver la paja en el ojo ajeno, sino revisar la constante discriminación que se vive en México por condición social o por rasgos físicos. Y sólo hace falta observar el mapa político o los medios de comunicación nacionales para apreciar cómo los protagonistas no responden a la pluralidad cultural y, mucho menos, a la diversidad de rasgos físicos, aspectos totalmente distintos porque no debe confundirse lo cultural con lo biológico.

Hay que aplaudir las críticas a todo tipo de personajes que hacen crecer el odio racista, pero también habrá que revisar los parámetros nacionales extendidos en la cotidianidad, y en el discurso de la plaza pública, si no es así nuestros gritos y protestas también pueden considerarse tan grotescos como los dichos por Trump.

 

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