Otra historia

Cuauhtémoc, Ciudad de México, México, sábado 18 de septiembre de 2021.
Andrés Manuel López Obrador, presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos en VI Cumbre de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños en el Salón de la Tesorería de Palacio Nacional.
Foto: Presidencia

La expresión “moralmente derrotados” hecha contra la derecha por parte del presidente Obrador, podría caber también en los argumentos que emplean para criticar al gobierno actual. “Argumentos” que, en mucho, no son; son tinta contra todo. Si algunos intelectuales eran pagados por los gobiernos anteriores para defender, denostar, exagerar, un hecho o una persona, ahora actúan en dirección contraria… solo  que sin el $. Ese malestar es probablemente la causa de sus evidentes formas de escribir contra todo, absolutamente todo, contra el gobierno. Lo contrario ocurría cuando gobernaba la oligarquía con la que varios de ellos se beneficiaron adquiriendo privilegios que creían eternos (proyectos, becas, palancas, revistas, viajes, espacios, puestos). Ese era tristemente su rol. Hoy carecen de argumentos sólidos, provenientes de una derecha que piense, que articule  ese pensamiento conservador de forma plausible sus intereses, pero si no empiezan por aceptar que están del lado derecho de las orientaciones, difícil será avanzar. En Alemania, los conservadores no esconden su preferencias. Suelen llamarlos en todos los medios mundiales, “los conservadores”. Así lo hicieron recientemente con motivo de las elecciones en ese país.

Por ello, el encuentro de presidentes latinoamericanos, el acto de la fundación de Tenochtitlán, el perdón español, el aniversario de Vicente Guerrero, y  otros más, no sean de su agrado. Deben parecerles algo así como…, cursi, aburrido, alterado. Que España pida perdón a México por la conquista y genocidio cometidos a partir de su expansión ultramarina, significa escarbar la historia, reinterpretarla y conocer si no vale ese perdón, y que no justifique las acciones contra los indígenas, como la fuerza, golpes, gritos, violaciones, intimidación, migración, depresión, etc., etc. No sólo oir: “tuvo que suceder”, o, “si no eran ellos, vendrían otros”. Entonces tendríamos que buscar en la historia el cómo y por qué realmente ocurrió, y cómo se narraría después esa “nueva historia”. Por ejemplo, es posible que en España Hernán Cortez sea un ídolo, pero aquí sea el primer genocida en la historia. Aunque no sea de utilidad para la historia, podríamos imaginar escenas de esa conquista que la historia oficial ha puesto en primer plano. Si esto tiene lógica, no tendríamos que “imaginar” que el imperialismo, no fue lo que fue a finales del siglo XIX, que por las virtudes de los “malos de la historia” era necesario, llámese como se llame. (La otra argumentación en ese momento fue el de la geopolítica, de parte de las naciones que justificaron desde un discurso académico-militar, la inevitable expansión territorial más allá de sus fronteras.)

Si no, lean la expresión del ex presidente español Asnar, quien dijo que sin España el actual presidente de México prácticamente no existiría. La revisión implicaría, asimismo, a otros imperios, conquistas, guerras, golpes de Estado, asesinatos políticos, y muchos más; porque lo que realmente fue no lo exime de juicios personales, parciales. Tendríamos que oir que la guerra de los Boers, no fue hecha para un proyecto imperial, no; era necesaria para políticas de Estado como “el progreso” o “la modernización”. Este juicio moral no cuenta para las burguesías, ni para los traficantes de pieles, de oro, de esclavos, ni para las Coronas aristocráticas. Pero para otros sí:  el ex canciller Schmitt, socialdemócrata, se hincó frente al soldado desconocido en Polonia, pidiendo el perdón de los alemanes por las acciones de su país allí. Pero Obama dijo no cuando Japón le pidió lo mismo, como consecuencia del lanzamiento de dos bombas atómicas sobre población civil y sin defensa aérea.

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