Barbarie
En un contexto internacional minado por descontentos, protestas sociales, el rearme, la guerra Rusia-Ucranía, las reconfiguraciones geopolíticas y geoestratégicas, la guerra Israel-Hamás se presenta como en una secuencia de un conflicto permanente de 70 años de violencia en una región altamente explosiva.
Llama la atención las coincidencias de los discursos y acciones del gobierno israelí con el 11 de septiembre norteamericano, al denominar “terroristas” al grupo Hamás, y asumir un lenguaje totalmente bélico. (El discurso del presidente Biden, por ejemplo, el cual no aporta soluciones pacifistas, y que es distantito a la posición de las otras potencias como China Y Rusia.) Por ello las insinuaciones van de lado de esta premisa, porque el más beneficiado -de lo que el mismo denominó guerra, es el primer ministro Benjamín Netanyahu, quien estaba sometido a fuertes presiones de carácter judicial y a las masivas protestas de la población contra su pretendida reforma judicial, pero la impopularidad de su gobierno derechista ahora se pone en pausa, ya que el asunto principal es unidad y el nacionalismo de Israel frente a un enemigo común. La guerra es el medio. Parecida situación estaba el expresidente Bush hijo antes de los ataques a las torres gemelas.
Para ello es conveniente prolongar, e incluso, ampliar el conflicto. Como lo dijo el ministro Netanyahu, será una larga guerra. De esta forma, la situación en la ase encontraba él y su gobierno, podría tardar en recuperarse. Sería un pasado que no volvería a ser el mismo antes del 7 de octubre. También dijo, por cierto, que la Franja de Gaza no sería la misma. Así, la guerra será la principal preocupación de la población y de la oposición. En otras palabras, el tiempo, si no es que borrará esa situación previa, por lo menos la prolongará. ¿Cuánto tiempo? No sabemos, porque la guerra sea de este tipo, desigual, tecnológica, tradicional, no tiene un curso lineal y podría cambiar.
El otro enigma tiene que ver con los servicios de inteligencia israelí, uno de los mas fuertes y famosos precisamente por estar rodeado de enemigos en sus fronteras. Si esta fuese la falla, entonces hay -como en el 11 de septiembre 2000-, son posibles penetrar los sistemas de información de defensa e inteligencia sofisticados, como el del Estado israelí. Pero si no fue así, algunas versiones apuntan hacia una planificación para que Netanyahu obtuviera su 11 de septiembre. El periodista Peter Bartee expresó así: “como mínimo, el Mossad sabía del ataque de antemano y dejó que ocurriera por conveniencia política. Lo más probable, en mi opinión, es que haya facilitado activamente el ataque”.
Se vería lógico, sobre todo si en el asedio parte del plan es cortar la electricidad para que no salgan de la zona de guerra las informaciones hacia las redes de comunicación digitales. pero, ¿es quizá lo que desea Hamas? Al respecto, la invasión militar llama la atención las palabras emitidas ayer por el presidente Biden, al prácticamente advertirle a Israel que respete las leyes de la guerra, porque el discurso del primer ministro israelí había declarado que irían con todo. “Todo” significa incluso acabar con la estructura territorial de la Franja.
Respetar las leyes de la guerra significa ver la protección de los civiles e instalaciones no militares, como hospitales, escuelas, comida, corredores humanitarios. Las represalias de Israel serán mucho más de las que supuestamente llevó a cabo Hamás. El historiador Élie Barnavi cree que Israel no debe imitar la barbarie. Pero el general, Yoav Gallant, no piensa igual: “Estamos luchando con animales y actuamos en consecuencia”.
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