Los señoritingos del poder
Fingen amabilidad con frases melosas, aparentan compromiso en cada promesa soltada al ahí se va; en cada acto público exhiben entrega y dedicación. En esencia están clasificados por sus críticos como rapaces y depredadores sin escrúpulos ni prejuicios, obsesionados, extasiados y cegados por ambiciones políticas e intereses personales.