
¡Ahí voy, Popper, ahí voy!
Popper tensa los músculos, enfila la mirada hacia la vasija rebosante de croquetas aderezadas con brócoli y sopa de conejo; aguarda a que, en efecto, se muevan las ruedas de mi silla; avanzo veinte o treinta centímetros. Popper también avanza, con movimientos felinos, olisquea, come con la voracidad de un león hambriento.