Artículos publicados por: Héctor Cortés Mandujano

Ilustración: Mónica Robles Corzo

El amor no tiene piedad

Horacio: Hay que conservar la íntima tranquilidad que no pueden dar ni el mundo exterior, ni los dioses, porque procede únicamente de nosotros mismos

Ilustración: Mónica Robles Corzo

Una cantina literaria

Carlos Marx: “Si amamos sin producir amor, es decir, si nuestro amor como tal no produce amor, si por medio de una expresión de vida como personas que amamos, no nos convertimos en personas amadas, entonces nuestro amor es impotente, es una desgracia”.

Ilustración: Mónica Robles Corzo

La imaginación y Dios

George Bernard Shaw: Los ángeles pueden llorar por el asesinato; pero los dioses se ríen de los asesinos

Zapata, mi gato. Foto: NCCV

Como en los cuentos de hadas

Andrés Aubry: “San Cristóbal de Las Casas es esta ciudad que se construyó con la boñiga de caballo, la paja de trigo o la juncia de ocote, la clara de huevo y la viruta del pinabeto, como en los cuentos de hadas”

Flores de casa. HCM.

Se han oído sonar móviles en el interior de un ataúd

Steiner: “Desde un punto de vista estadístico, el número de muertos desde la última era glacial es muy superior al de los vivos. Somos todavía el planeta de los muertos”.

Una flor de mi casa: HCM

El misterio de cada vida no se explica nunca/ y II

Vasconcelos: “Que mande el espíritu en vez de mandar la fisiología, y el país verá que su destino pega el salto».

Ilustración: Alejandro Nudding

El misterio de cada vida no se explica nunca/ I

José Vasconcelos: “Igual que los enfermos, los pueblos en decadencia se complacen en la mentira que les sirve para ir tirando”.

Ilustración: Alejandro Nudding

Fantasía no

Pasan hombres y las vestidas les dicen piropos sucios, algunos tan explícitos que les hacen soltar carcajadas (a ellos, a los gays). Los hombres acosados tratan de no mostrar reacciones, imposible enfrentarse a ese ejército de plumas

Ilustración: Alejandro Nudding

Lo más profundo de las tinieblas

Blanchot: “Escribir destruye la vida, protege la vida, exige la vida, ignora la vida y recíprocamente. Escribir no tiene en fin ninguna relación con la vida, a no ser por la inseguridad necesaria que la escritura recibe de la vida, como la vida recibe de la escritura”