El álbum de las memorias
Le tocó el paso a las palmas de las manos, cuántas veces había intentado descifrar sus significados. Ellas que se habían encargado de estrechar saludos, acariciar hojas, árboles, rocas, montañas.
Le tocó el paso a las palmas de las manos, cuántas veces había intentado descifrar sus significados. Ellas que se habían encargado de estrechar saludos, acariciar hojas, árboles, rocas, montañas.
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. La maternidad es un tema que reviste importancia para la sociedad, desde la fotografía ha sido retomada por artistas visuales, ejemplo de ello es la obra de la fotógrafa y gestora cultural Cecilia Monroy Cuevas, quien, recientemente, expuso su trabajo Visitaciones en la Casa de las Artes y las Culturas, Corazón Borraz, en esta ciudad capital. Visitaciones es un trabajo que integra diferentes series, entre ellas, Las mamás se juntan con mamás, Niñas madres, Yo mataré a ese dragón, La fantástica fantasía, La madre en el sueño, La madre en la tierra, Nacer, parir, Maternidades dislocadas I, […]
La mañana del sábado tenía un tinte de aire frío, el cielo estaba azul, pintaba un día soleado, de los que suelen haber en el invierno.
Esta tarde el viento sopla suavemente, lo percibo como una caricia muy sutil, el aroma que trae huele a inicios de noviembre, de las fechas más esperadas para recordar y honrar a nuestros fieles difuntos.
Permaneció ahí unos instantes, el tiempo justo para que sintiera cómo su rostro dibujaba una sonrisa, atrapada por la escena. Aprovechó para estirarse y sentir cómo su espalda se erguía mientras acomodaba su postura. Tuvo sed y fue por agua.
Rita volteó a ver donde estaba el sendero de luz, sonrió, le dieron ganas de escuchar las leyendas. La plática de doña Lolis la había tranquilizado, sin duda, esa noche sería inolvidable. Deseó que sus amistades regresaran pronto para compartir la magia de la oscuridad.
Una mariposa en color azul turquesa, un zopilote, un perro, un colibrí, una libélula, un grillo, un cóndor, un delfín, un gorrión, un escarabajo y de pronto, asomó la imagen de los escarabajos que más le gustaban, los kukayetik.
Lucrecia observó el rostro de doña Irene, no se había percatado antes que las arrugas que se dibujaban en él justamente hacían referencia a un rostro que no mostraba facciones de enojo, por el contrario, estaba marcado en él un semblante grato, de armonía con la vida.
Bebió el último trago de té. Se quedó pensando que si el trabajo en equipo fuera como bordar no estaba tan mal, era una manera de ir tejiendo ideas y poniéndolas en orden para realizar la encomienda.