Literatura chiapaneca

Obra del pintor Manuel Velázquez.

Sueños que reparan

Leo Chamula, un pueblo tzotzil (Coneculta-Celali, 1997), de Enrique Pérez López, quien dice que (p. 11): “Chamo es el nombre tzotzil de Chamula que literalmente quiere decir ‘murió el agua’, nombre que es respaldado por la tradición oral de los viejos que dice que en el lugar donde se ubica la cabecera municipal era un lago”.

Obra de Manuel Velázquez.

Biografía inconclusa

En esos tiempos yo era funcionario. Mi secretaria me dijo que alguien me buscaba. —Que pase. Entró un hombre mayor, súper amanerado, vestido con cierta elegancia, con cierta pobreza: había algo de ropa cara, aunque pasada de moda en su atuendo, que incluía sombrero.

Obra del pintor chiapaneco Manuel Velázquez.

La vida puede ser bella

Con mi queridísimo compadre Ricardo Mena, amigo imprescindible de toda mi vida (a quien desafortunadamente veo muy, muy poco) platicábamos hace tiempo sobre Chelis Solís, su suegro vivo en aquel entonces. Recién nos habíamos emborrachado juntos, los tres, y revivíamos felices, Ricardo y yo, ese reciente pasado. Chelis era magistral cuando se lo proponía, con un talento innato para la comedia, un tempo preciso, una asombrosa capacidad para asombrar.

Obra de Manuel Velázquez.

El Tártaro

Hijos del dios Cronos, los también dioses Zeus, Poseidón y Hades desterraron a su padre (nadie puede matar al tiempo) a una lejana isla del Atlántico. Después, dice Robert Graves en Dioses y héroes de la antigua Grecia (Editorial Lumen, 1990: 13), “echaron suertes para repartirse las tres partes del reino de Cronos. A Zeus le tocó el cielo, a Poseidón el mar y a Hades los infiernos”.

Obra de Manuel Velázquez.

Leer en la hamaca

En Yajalón, mi compadre Jorge Arturo, amabilísimo anfitrión, ha dispuesto una hamaca para mí en una terraza desde donde puedo ver enfrente las bellas montañas que rodean el pueblo, llenas todavía de árboles (aunque ya se sembraron aquí y allá casas, cuyos frutos generalmente no son buenos para la tierra).

Obra de Manuel Velázquez, pintor chiapaneco

Llevar la vida

Aunque he leído varios libros de ficción y ensayística de Luis Villoro, Conferencia sobre la lluvia (Almadía, 2013) es la primera obra de teatro de este autor que disfruto (sólo ha escrito tres, se supone). En este monólogo (muy en la línea del Auto de fe, de Canetti, por el tema, y Sobre el daño que hace el tabaco, de Chéjov, por la forma) un bibliotecario da una conferencia que desvía constantemente al asunto que más le interesa: su vida.

Portada Historia Verdadera

Los libros que deberíamos leer quienes vivimos en Chiapas

Paco Nazar lanzó, a propósito del Día del Libro, la sugerente pregunta sobre los libros que deberíamos leer quienes vivimos en Chiapas.

Obra de Manuel Velázquez.

El caos y el orden

Un grupo de mujeres académicas se reunieron para formar el Taller de Teoría y Crítica Literaria “Diana Morán”. Como resultado han publicado varios libros; el que he leído es Rosario Castellanos. De Comitán a Jerusalén (Tecnológico de Monterrey-CONACULTA, 2006), conformado por ocho ensayos –y una entrevista a Dolores Castro– de distintas autoras.

el_coronel_no_tiene_quien_le_escriba

Gabriel García Márquez en Chiapas

Los poetas de la Espiga Amotinada, después de leer El coronel no tiene quien le escriba, pensaron que su autor era chiapaneco y decidieron indagar sobre su paradero. Era mediados de 1960: Gabriel García Márquez no era conocido en México, no había escrito Cien años de soledad, no había inaugurado el realismo mágico y vivía más bien en el anonimato de la corresponsalía en Nueva York de Prensa Latina.