Definición de marimba
García Márquez la comparó con la muerte, dijo que así como ésta se llevaba a ricos y pobres al baile, aquélla, también alegraba el espíritu de miserables y millonarios.
García Márquez la comparó con la muerte, dijo que así como ésta se llevaba a ricos y pobres al baile, aquélla, también alegraba el espíritu de miserables y millonarios.
Es una planta endémica del desierto que, dicen, halló su territorio natural en la selva. Es un cacto con aureola. La lluvia pertinaz afecta su piel, una piel que es fina, delicada, casi casi porcelana de tacita de té japonesa.
Mariana dice que la palabra jardín se puede aplicar a todo, a casi todo. El cielo es un jardín de estrellas, dice; el cementerio un jardín de tumbas; el infierno un jardín de flores de fuego. Se llega a tal extremo, dice ella, que hay jardines de niños. Es una pena que la palabra asilo sea bonita, porque, de lo contrario, podría suplírsela por jardín de viejos.
La palabra embarazo es una palabra embarazosa. La mención de ella logra reacciones tan dispares que van desde una lluvia de carcajadas a una tormenta de suicidios. El embarazo, en apariencia, es cosa de dos, pero, en muchísimas ocasiones, son más los involucrados: los esposos, esposas, suegros e hijos de los amantes calenturientos.
Franz, con su encanto sin par, sedujo a la reina del elote y del esquite, la llevó (en una trajinera) hasta una chinampa llena de flores, la invitó a bajar y, en medio de un sembradío de gladiolas, la tomó de la mano y le preguntó si le gustaría tener la sangre azul.
Tal vez una de las mejores definiciones de monótono es la que daba Hermilo, sin quererlo. Hermilo, todas las mañanas que llegábamos a la escuela se paraba en la entrada y esperaba que llegara Antonio y le decía: Mono Tono, Mono Tono, carota de mono.
¿El que salva? La palabra Salvador se aplica a Jesús; es decir, el concepto no es poca cosa. Todos los seres humanos tienen un salvador cerca de su memoria, bien sea el país centroamericano (¡ah, las pupusas!, tan ricas) o el nombre de algún conocido. Salvador es un nombre volantín.
Ah, la masa odia la mesa, no va a misa, pero eso sí, imagina que la visita la musa, y ahí tenemos a decenas y decenas de chiapanecos que se creen poetas, que se asumen poetas, que se organizan en grupos para hacer fuerza, porque (parece ser) su propia obra no puede hablar por sí misma.
El tío Romeo jugaba con la palabra vidrio. Nos reunía a todos los sobrinos (recuerdo de manera especial a Sara, quien era hija de la tía Úrsula, aunque nadie la recuerda ahora). Él se sentaba en una mecedora y nosotros a su derredor, en el piso de madera. Formábamos una media luna. Él tomaba un pedazo de cristal y nos decía que eso era un vidrio.