Diablos en el corazón
Indudablemente G. K. Chesterton (1874-1936) era inteligente y erudito, y hay en muchas de sus páginas la muestra de que escribir es un arte. Pero en veces sus historias son bobas, poco dignas de alguien que daba para mucho más
Indudablemente G. K. Chesterton (1874-1936) era inteligente y erudito, y hay en muchas de sus páginas la muestra de que escribir es un arte. Pero en veces sus historias son bobas, poco dignas de alguien que daba para mucho más
Es crucial dejar de concebir a la movilización del IPN como un rompimiento con el orden y comenzar a verla como parte de un largo proceso —iniciado desde su fundación— mediante el cual los estudiantes han buscado darle una diferenciación y una definición de las prácticas políticas de la institución.
No hay gobernador chiapaneco alguno que pueda jactarse de haber logrado la paz, la concordia, la unidad, la armonía, ni siquiera una tranquilidad política y social duradera. Cada quien carga sus muertos, sus actos represivos, sus enfrentamientos comunitarios o religiosos, sus violentos diferendos electorales, sus encarcelados…
Las nuevas generaciones que clamaron por una palabra más, un añadido, una acotación claridosa que les despejara que, en medio del oscurantismo político de Peña Nieto, no todo es podredumbre porque aún queda la lucha que resiste y cambia la realidad. Escucharon que las palabras dichas o escritas son trincheras, fusiles, esperanza y certidumbre cuando se soporta y valida con disparos de acciones congruentes.
“La violencia se resuelve asesinando a los políticos corruptos”, proponía un joven iracundo en redes sociales. Todo parecería indicar que estamos atrapados en medio de un falso binomio: o la sumisión ante el caos o la venganza ante la injusticia. Está claro que ninguna de las dos posturas nos podrá sacar de este complejo escenario que ha desgastado a México durante ya demasiados años.
Una estrategia perversa de vincular a los normalistas de Ayotzinapa con el crimen organizado ha empezado a difundir el gobierno a través de sus periodistas incondicionales.
¿Qué sostiene una dictadura? ¿Quién la alimenta de poder día a día? ¿Quién mueve los hilos tranparentes?, ¿quién tras bambalinas dirige el show llamado “política” en México? ¿Lo orquesta una televisora, un ex presidente o simplemente el país del que somos “el patio trasero”?
El bullying es el hijo del racismo y la discriminación. Es la consecuencia de haber convalidado por años estas actitudes en nuestra vida social y ahora se ha naturalizado al interior de las familias, provocando este tipo de actitudes en los niños. Otro aspecto que es racista, es su nombre mismo: viviendo en México y con un idioma tan florido y con muchas posibilidades como lo es el castellano, se utiliza un vocablo anglosajón para nombrarlo. Eso también discrimina la lengua oficial de la mayoría de los mexicanos.