
Felicidades, Alicita
Subiendo una pendiente hacia donde la esperaba su familia, Alicita llega de la mano de un muchacho delgado, moreno y con cabello hasta los hombros. Ve a su madre, le sonríe; ve a su padre, se alegra; ve a Rodrigo, se ríe; ve al Pepino, suelta inmediatamente la mano del muchacho que la acompaña, siente su corazón achicarse, desaparece su sonrisa y por un instante su mente se queda en blanco.