Conversación con los ángeles
Swedenborg: «Los pobres no entran en el cielo a causa de su pobreza sino a causa de su vida, a todos les siguen sus vidas, al rico como al pobre; no hay en particular más misericordia para uno que para otro”
      
                Swedenborg: «Los pobres no entran en el cielo a causa de su pobreza sino a causa de su vida, a todos les siguen sus vidas, al rico como al pobre; no hay en particular más misericordia para uno que para otro”
                ¿No sería bueno que en lo que escribimos, y luego leemos, haya vitalidad, asombro por la vida, por la evanescencia de los minutos y la imposibilidad de retenerlos?
                Borges: «No me agradan las personas que se promocionan a través de la política: son despreciables. La mayoría de la gente le da una importancia desmedida a los políticos, lo que me parece una tontería general. […] A mí me basta saber que una persona es política para saber que no comparto su idea en absoluto”
                Garibay: “Si quieres acabar con los famosos misterios de la mujer, ábrete, respétala, ella también puede pecar, no hagas apocalipsis de a centavo”
                Cardoza y Aragón: «Lo pésimo que cabe sufrir a un escritor, a un artista resignado, es tornarse académico y ser absorbido, como huevo crudo, por el tartufismo del establecimiento. ¿Hay idiotez mayor que ser el poeta o el pintor oficial de un país?”
                Aira: “Ella se me entregó, como suele decirse, ‘en cuerpo y alma’. El alma la dejé para después”
                Tolstoi: «Si tú no buscas más que recompensas, el trabajo te parecerá penoso, pero si amas el trabajo, tu recompensa te será más dulce”
                Keats: “¡Oh, Soledad, si tengo que convivir contigo/ que no sea en la maraña de oscuros edificios”
                Mauriac: “No es la muerte la que nos arrebata aquellos que amamos; por el contrario, los conserva para nosotros y los fija en su juventud adorable: la muerte es la sal de nuestro amor; la vida es la que disuelve el amor”.