
Mi voto por Obrador
Este 1° de julio votaré por Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Mucha tinta se ha vertido y seguirá corriendo con respecto a las preferencias electorales. Esta es la mía y quisiera decir algunas razones.
Este 1° de julio votaré por Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Mucha tinta se ha vertido y seguirá corriendo con respecto a las preferencias electorales. Esta es la mía y quisiera decir algunas razones.
Con más frecuencia nos damos cuenta que la política, tal y como la conocíamos, está más cerca de su fin. No es cosa que pase en México, ni de algún lugar especialmente lejano o cercano, sino significa toda una tendencia transnacional. Esto puede verse en la aparición de nuevos movimiento sociales -en su mayoría propuestos por jóvenes- que niegan rotundamente estas formas convencionales del trabajo político porque ya no significa mucho para mucha gente y no acciona en nadie y en nada.
Decía un clásico que no hay peor cosa que un renegado intentando redimirse.
Hernán Gómez Bruera es periodista e investigador del Instituto Mora. Últimamente ha acuñado el concepto de la “Pejefobia”, para dar cuenta del poder de las emociones frente a un candidato a la presidencia de la República, en este caso todas adversas a Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Como en política, en el futbol no deberían importar las simpatías. Al menos en apariencia, porque antes de la cultura de masas -vía medios de comunicación- no era tan significativo. Actualmente, hay quienes sostienen sin dudar que en la parte de la venta de imagen e impacto de audiencias no hay de otra que vender “lo bonito” y la “buena onda” para apuntalar la calidad deportiva.
Ante la inminencia del cambio de régimen en las próximas elecciones, debemos preguntarnos, más allá de toda retórica, si el país soporta una transformación política casi de raíz.
El tigre está suelto desde hace 12 años. No es novedad, y si lo enmarcamos en la violencia cotidiana y en la desesperanza que conllevan las permanentes crisis que vivimos actualmente, vemos que es un tigre bien bravo.
Necesariamente, conforme pasa el tiempo uno tiene que toparse en las formas más ocultas de querer o amar a una persona. No porque sea exactamente eso, subterráneo y obscuro, sino porque en la actualidad cada vez es más complejo dar y recibir cariños y afectos.
Es imposible no hablar de la violencia. El desborde que ha alcanzado en nuestro país no tiene precedentes en las últimas décadas. ¿Por qué hemos llegado hasta aquí? Una pregunta compleja, pero al mismo tiempo muy obvia.