Artículos publicados por: Héctor Cortés Mandujano

Ilustración: Manuel Velázquez

Declaración de amor al Jardín Botánico*

Si ya no quedara ningún ejemplar vivo, podría yo dar sus señas precisas, dibujarlas con la tinta de la memoria que recuerda sus voluminosos cuerpos dando vueltas, enlazándose, nadando sin cesar en las aguas transparentes del ojo de agua que nace en mitad del Jardín Botánico. Un aciago día, sin embargo, los adolescentes de aquella época, que pasábamos horas felices allí, recibimos la noticia con pasmo, con dolorosa sorpresa: uno de ellos, un gordo manatí había muerto.

Ilustración: Manuel Velázquez

El latín en América Latina

Omar Cabezas parece chiapaneco, decía, porque también para decir que algo es muy bueno o muy malo, tremendo o maravilloso, lo adjetiva con la palabra más usada en Chiapas. Si Octavio Paz hubiera escrito El laberinto de la soledad en nuestro estado no hubiera hablado de la chingada, sino de la verga. Morían de hambre, mataron un mono (p. 98) “y nos dimos una comida de mono búfala… no jodás… de a verga…”

Ilustración: Manuel Velázquez

Las esperanzas de ser más inteligente

Chéjov: “Nos hemos acostumbrado a vivir con las esperanzas puestas en el buen tiempo, en la cosecha, en una buena aventura amorosa, con la esperanza de hacernos ricos o de que nos den el cargo de policía, pero las esperanzas de ser más inteligente yo no las noto en la gente”.

Ilustración: Manuel Velázquez

Ficción, realidad, qué importa

Kundera: «¡Mírales, míralos a todos! Al menos la mitad de los que ves son feos. ¿También forma parte de los derechos humanos ser feo? ¿Sabes tú lo que significa cargar con tu fealdad toda la vida? Tampoco has elegido tu sexo. Ni el color de tus ojos. Ni tu siglo. Ni tu país. Ni tu madre. Nada de lo que realmente cuenta. Los derechos de los que puede disponer el ser humano sólo se refieren a nimiedades por las que carece de sentido luchar unos contra otros o escribir solemnes declaraciones.»

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El ojo, el corazón, el recuerdo

“La ley no es la ley, sino el poder; este axioma está escrito por encima de los valles en los cuales perecemos. Nada es lo que parece ser en este mundo, todo es mentira. Cuando decimos ley, queremos decir poder; cuando pronunciamos la palabra poder, pensamos en la riqueza, y cuando la palabra riqueza aflora a nuestros labios, esperamos disfrutar de los vicios del mundo”.