
Historias cotidianas
Llegaron a la caseta, Leonor la ayudó a subir un escalón y a sentarse mientras la señora daba el número telefónico a la empleada. Se despidió de ella y siguió su recorrido. Su mente y su corazón iban con un mar de sentimientos. Se le hicieron varios nudos en la garganta, pensó en tantas personas mayores que estaban solas.