El nuevo alcalde de la capital sabe que al inicio de su administración tiene un alto déficit de legitimidad y, en ese sentido, ha tratado de recuperar apoyo ciudadano prometiendo que castigará la corrupción cometida por sus antecesores Yassir Vázquez y Samuel Toledo, que ejercerá un gobierno honesto vigilado por la sociedad tuxtleca, que reducirá los privilegios de los funcionarios municipales. Si Castellanos no cumple en poco tiempo lo ofrecido, pronto podría quedar enredado en sus promesas simuladoras y provocar una fractura entre los que hoy aparecen como sus aliados en el Cabildo.
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