Tina y las piedras voladoras
Esta demonia entonces, la famosa Tina, además de llevar agua, siempre cargaba algunas lajas en los cántaros. Los descargaba en la cocina, ponía el agua en la tinajona que descansaba oronda sobre el piso, apartaba las piedras que llevaba —todas redondas, azules, livianas y del mismo tamaño—, escondía las piedras en las bolsas del delantal y luego se iba al patio, en donde las guardaba al pie de un cocotero.