Chiapas: ceniza sobre la herida abierta*
Sobre Carlos Olmos: En “Juegos fatuos” Carmen revisa el calendario y dice: “Todas las fiestas nacionales están marcadas en rojo”, y contesta Tila: “Debe ser por la sangre”.
Sobre Carlos Olmos: En “Juegos fatuos” Carmen revisa el calendario y dice: “Todas las fiestas nacionales están marcadas en rojo”, y contesta Tila: “Debe ser por la sangre”.
Detrás de este movimiento subyacen muchos miedos, fobias y resistencias, las entrevistas con manifestantes pro-vida en todo el país tienen una constante: la misoginia patriarcal tradicional, el hombre, macho, masculino, proveedor como eje y líder de la familia, la mujer como fiel madre-esposa, educadora al servicio de los otros.
En lo más alto de Santiago del Pinar, el quinto municipio más pobre de Chiapas, se encuentra una ciudad fantasma, con el tiempo detenido, las casas abandonadas, las canchas de basquetbol sin utilizar, un mercado sin comerciantes y patios para el secado de granos, sin café y sin maíz.
La nueva imagen y lema del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) en Chiapas no puede entenderse de otra manera más que como el reconocimiento público de un partido, un gobierno y un grupo político que se equivocó y lo que es peor se sigue equivocando.
En Chiapas queda claro que por los escuálidos resultados del gobierno de Manuel Velasco, un nuevo triunfo del Partido Verde Ecologista de México, al menos en los términos avasalladores en los que lo hizo en el 2012, es poco probable.
La Reforma Educativa, contra la que se levantó el magisterio aglutinado en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, debe ser analizada, diseccionada a fondo para conocer con certeza sus verdaderas consecuencias, tanto en el ámbito laboral como en el académico.
La iniciativa de ley presentada por el ejecutivo y encaminada a igualar los matrimonios homosexuales con los heterosexuales parece no encontrar el camino llano que esperarían algunos políticos, organizaciones civiles y, por supuesto, el propio Presidente de la República.
En este país existe la utopía de la eterna juventud. Cuando voy a un mercado, una mujer joven, con labios color framboyán, cuando camino por el pasillo de las fondas, me pregunta: “¿Va a comer, joven?”; el taxista, a la hora que le pago y me da el cambio, me dice: “Acá tiene, joven”. Bueno, con decir que hasta el bolero del parque central me pregunta: “¿Se va a bolear, joven?
Más de 133 árboles y palmeras que se erigen en el camellón del boulevard en el tramo anunciado para “remodelar” (21 de agosto y Ciro Farrera) corren peligro de ser demolidos.