La maldición de septiembre
Con la masificación en el uso del coche la ciudad se vuelve cada vez más insoportable. Nuestra insana relación con los artefactos de la vida moderna nos conducen al absurdo. Todavía recuerdo la manera en que un amigo expresaba su especial apego por andar sentado tras el volante hasta en los recorridos más cortos, de escasas dos o tres cuadras.